Capítulo diez: Adaptarse.

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"Me destrozaron cuando era joven, llevando mi enfado a las masas"


Los ojos le pasaban.

Se sentía demasiado agotada, y con mucha sed.

Aun así, no abrió los ojos tan rápido, se mantuvo callada examinando en qué lugar se encontraba.

Las sabanas eran suaves, y estaban totalmente tibias entre sus dedos. Había sido colocada con sumo cuidado en una almohada...y el silencio era reconfortante.

No sabía exactamente porque la calma la rodeo de un segundo a otro, pero...se sentía en paz. Tranquila. Varios minutos se permitió respirar pausadamente y restregar con cuidado su mejilla contra la almohada.

Pero las cosas no duraban por siempre.

Poco a poco recordó porque estaba dormida y temió encontrarse sola en la habitación. La niña esbozo una mueca y abrió los ojos con cuidado.

Estaba en una habitación grande, algo vacía; Morgan se giró a ambos lados asustada y cuando estaba por comenzar a entrar en pánico, su mirada se encontró con el señor Stark desparramado en una incómoda silla, totalmente dormido.

Sus brazos estaban cruzados sobre el pecho y su cabeza colgaba de forma graciosa hacia enfrente.

La niña se sentó intentando no hacer ruido y abrazo sus piernas, recargando su cabeza sobre las rodillas y observando atentamente a aquel hombre.

El señor Stark era... Bueno.

Bueno con ella.

La dejaba ducharse, comer todo lo que quisiera... le servía agua... le daba esas cosas que se llamaban crayones, y no la obligaba a hablar. Estaba...en confianza con él.

Y quizá con el Dr. Banner.

Noventa paro su análisis y se atrevió a romper el silencio, intentando sonar calmada para no alterar al pobre hombre.

–Hum... ¿Señor Stark?

El moreno se levando abruptamente.

Lo había intentado al menos.

Tony enfoco la vista parpadeando varias veces con el ceño fruncido, prevenido con encontrar alguna imagen de Morgan asustada. Sin embargo, en cuanto vio a Noventa así de calmada, el moreno sonrió muy levemente, mostrándose relajado mientras se incorporaba.

Se llevó una mano al cuello en señal de dolor. No estaba hecho para dormir así.

–Ey... –Murmuro tiernamente con voz ronca. –Ya estas despierta, peque.

Anthony era muy buena con ella, y Morgan le causaba muchos problemas.

La niña se esforzó en sonreír un poco, pero aquello se volvió un intento fallido, y esbozo una mueca triste.

Tony la vio confundido, se sentó sobre la cama y tomo la barbilla de Noventa, en forma paternal.

– ¿Qué pasa, Morgan? Ey...todo está bien... —Silencio. Stark siguió hablando — Te quedaras aquí, ¿quieres estar aquí, no?

La niña jugo nerviosamente con sus manos y asintió.

Un puchero se hacía en sus labios mientras notaba los nuevos puntos de Anthony justo en la frente, acerco una de sus manos hacia su guardián y toco con cuidado la herida.

— ¿Duele?

Tony suspiro. Nada de esto era su culpa.

–No, es solo un rasguñito. –Respondió intentando sonar tranquilo. —Eh estado peor, esto no es nada.

Te Amo Tres Mil. (IronDad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora