La Emperatriz Del CINE

Capítulo XXVII

¡Descubiertos!

- " ¡Niños ya llege!¡Mi-Yon, Wei Yue, ni-
ñera Min, Sasha! " - la dulce y alegre voz
de Layla hizo su entrada.

- " ¿Mamá? " - miró hacía la entrada y lue-
go a la señora Sasha - " ¡Mamá! " - gritó dudosa.

- " ¡¿Si?! " - gritó Layla en respuesta y esto hizo feliz a la pequeña.

La niña corrió hasta la entrada con su pi-
jama azul y pantuflas, su madre se estaba
quitando sus tacones y por esto le estaba
dándole la espalda, al verla así ella salto
sin dudarlo para abrazarla. Se colgó en su
espalda y se impulsó hacía adelante para
besar la mejilla de su mamá. Esta acción
tan dulce de su hija la hizo sonreír de feli-
cidad, pues nadie a parte de su abuela pa-
terna en su vida pasada habían actuado a-
sí con sólo verla. Mientras esa mujer estu-
viera a su lado ella se sentiría feliz y fami-
liar hacía una verdadera familia que la
quería, la cuidara, amara incondicional-
mente, que apreciaba cada uno de sus lo-
gros y el gran esfuerzo que ponía en todo.
Al ser besada en la mejilla por su hija hi-
zo que Layla sintiera una calidez envol-
verla y esto activó un recuerdo en la me-
morias de su viejo yo. Ella recordó a un hombre, no podía verlo, él la llamo dulce-
mente ' Ha Ni~ah' y esto la hizo feliz, pe-
ro al oír una voz chillona, con la única di-
ferencia está era de una fémina que tam-
bién solía llamarla de esa misma mane-
ra, pero era notorio el falso cariño con el
que hablaba. Es esta voz la que hizo que
algo doliera dentro de su pecho en donde
debía de estar su corazón, ella se sintió mal. Aunque recordaba a estas siluetas en
muchos de sus sueños, aún veía lo mismo,
lo único que pudo ver de la joven fue su rojizo cabello y del hombre un tatuaje en el dedo índice. Por esto oprimio nuevamente ese recuerdo inútil para ella y se centró en lo que ocurría ahora.

- " ¡Bienvenida a casa Mamá! " - dijo fe-
lizmente Mi-Yon al oído de su madre. Es-
to era nuevo para ella, pues antes no ha-
cía esto ó molestaría a su madre y a su vez
a su padre.

- " ¡Aww! " - se volteó y agarró las mejillas
de la niña - " ¡Pero que linda mi prince-
sita! " - la acercó más hacía si, la abrazo
y comenzó a repartir besos en la carita de
su adorada hija. Pues ahora felizmente po-
día llamar a la niña su hija.

- " ¡Mami!¡Yaaah!¡Sueltameee!¡... " - gritó intentado separarse, la empujo con sus manitas y esto hizo reír a su madre -
" Mam...pfff... ¡Mamá! " - le gritaba in-
tentando parecer sería pero los besos de
su madre le daban cosquillas y ella era u-
na niña cosquilluda, como le decía la ni-
ñera Ming - " ¡Si ma-ma... no se detie-
ne... jugará con Mi-Yon toda la noche " - advirtió la niña intentando sonar ame-
nazante como los malos en las películas.

- " ... me pongo las pantuflas y luego ju-
gamos " - le dijo dando un último beso en la frente.

Layla se separó de su hija y se terminó de
quitar el último zapato de tacon, y se puso
las pantuflas. Le sonrió a su hija, quien re-
funfuña en una esquina, y la cual fue co-
rrespondida al poco tiempo. La mujer a-
brazó por mucho amor a su hija, a su pe-
queña, a su dulce princesita. Cargando a
la niña en brazos fue directamente a la co-
cina y saludo a Sasha. Luego subió escale-
ras arriba, aún con Mi-Yon en brazos, fue
directamente a la habitación de su peque-
ño Wei Yue. Entro a la habitación de su hi-
jo y se encontró con la niñera Min, quien intentaba dormir al niño.