No puedo creer lo que mis ojos están viendo.
Juliana, está frente a mi, con una sonrisa plantada el rostro esperando una reacción de mi parte. Y simplemente me quedo inmóvil. Aturdida, y a la vez muy confundida. ¿Qué hace ella en un lugar como éste?
—Val—escucho un susurro detrás de mi, y sé que es Megan quien me está hablando. Me da un ligero apretón de caderas, y me sobresalto. Ella sigue esperando por mí. La veo sonreírme y simplemente no puedo coordinar palabra alguna.
—¿Hola?—me dice juguetona. Juliana baja la mirada hacia la mano de Megan que está en mi cintura y su semblante cambia por completo. La siento tensarse y su rostro moreno cambia. Ya no sonríe.
—Juliana—digo, apartando con disimulo la mano de Megan de mi cintura—. Que agradable sorpresa.
—Lo mismo digo, señorita Carvajal.
Juliana me ve con intensidad. Durante la sesión fotográfica aprendí dos cosas de esta despampanante mujer. La primera, entra en formalidades cuando está enfadada. Y la segunda, se enoja con mucha facilidad. Y pienso en todo lo que eso conlleva e implica.
—Ella es mi compañera de piso y mi mejor amiga. Megan Parker—Megan ensancha una sonrisa, viendo a Juliana. La música está fuerte y nuestras voces se escuchan casi en gritos.
—Mucho gusto, señorita Megan.
—Ay no, no—dice Megan rápidamente—. Dejemos las formalidades a un lado. Estamos en un lugar para divertirnos y volvernos locas—Juliana abre los ojos, con asombro, y me ve. Yo, bajo la mirada riéndome—. ¿Gustas una cerveza?
—Gracias, pero ya tengo—señala la que lleva en la mano y Megan se encoge de hombros.
—Cuando estaba iniciando en el mundo del alcoholismo me enseñaron varios datos claves—le dice Megan, posándose a su lado—. Jamás, le dices que no a una cerveza. Esa en algún momento se va a terminar e irás por otra pero como me rechazas mis cervezas. . . —Juliana suelta una risa corta mientras niega con la cabeza. Yo solo puedo sonreírle.
—Acepto tu cerveza con una condición—le dice Juliana y Megan abre la boca para verme.
—¿Cuál condición?—le pregunta con curiosidad. Y yo también la siento.
—No vine sola—dice viéndome, y siento como algo dentro de mi se entristece. Seguramente, ha venido con su prometido—. En la barra me están esperando, y si quieren pueden acompañarnos. Nos ubicaremos en un lugar más espacioso—se echó a reír—. Donde podamos respirar con normalidad.
—No creo que sea lo mejor—digo dudosa. Megan me hace una mirada asesina y muerdo mi labio inferior. Lo que menos quiero, es tener que compartir con Juliana y su prometido. ¿Cómo me vería sabiéndome perdida en una mujer que está por casarse?
—¿Por qué no?—pregunta, viéndonos a ambas.
—Porque seguramente vino con intenciones de pasar un momento agradable con su prometido y no queremos interrumpir su momento—dice Megan y a Juliana la veo fruncir el ceño—. Estamos bien aquí. Casi sin oxígeno y con poca capacidad de coordinar una respuesta congruente pero estaremos bien.
Juliana se ríe de las ocurrencias de Megan.
—Comprendo—dice viendo hacia la barra—. Solo que mi prometido en estos momentos está bastante lejos de mi. Vine con un compañero del trabajo—dice, viéndome—. Solo eso.
—Entonces. . . Creo que podremos aceptar su invitación.
—Estupendo—dice la morena de ojitos chocolates. Juliana me ve, con una intensidad desbordante y me siento chiquita a su lado. Incluso, como si una hormiga fuera más grande que yo. Su mirada cada vez es más intensa. Más autoritaria, y me gusta. Me gusta demasiado como para admitirlo—. ¿Me siguen?
