Capítulo 23. [El Inicio Del Fin]

4.5K 436 62
                                    

9/10 PARA EL CAPÍTULO FINAL

—Cariño...—escuché como alguien susurraba cerca de mi oído. Aún entre dormida, pude diferenciar ese peculiar olor a pasta de dientes. Sentí unos besos correr por mi cuello, erizándome. Quejosa, me removí con una sonrisa plantada en el rostro—, vamos bebé, despierta. Es hora.

—Cinco minutos más—murmuré apretando más mis ojos. No quería despertar aún. Quería continuar con el maravilloso sueño que estaba teniendo después de tener una de las mejores noches de mi vida. Valentina pareció entenderlo, porque sentí su cuerpo separarse del mío.

—Cinco minutos de sueño que te puede costar un orgasmo—la escuché decir—. Arriba, preciosa. Nos necesitan afuera.

—¿Por qué?—me quejé, cubriéndome con la manta—. Odio madrugar.

—Y lo comprendo, amor. Pero ya amaneció, y debes sacar de la cama ese jodido trasero perezoso que te cargas—dijo en modo de burla.

Desganada, descubrí mi cuerpo que estaba fundado en una de mis pijamas de osos favoritas. Valentina desde la distancia me sonrió, y se acercó a mí dejándome un beso rápido en la frente—. Eres mucho más guapa por las mañanas.

Yo le sonreí. 

Después de los años, no había pasado un día en el que Valentina no me recordara lo hermosa que era, aunque la verdad luciera como un vagabundo. Para ella, seguía siendo lo mejor que la vida le pudo presentar. Y era recíproco. Yo la amaba con locura. Se había convertido en la veleta que le daba dirección a mi vida.

—¡Buenos días, culo flojo!—gritaron desde la puerta. Ay no, mierda. ¿Por qué?

—¿Por qué?—grité en frustración—. Déjenme dormir.

—Estamos esperando, Julianita. Mueve ese trasero—me alentó, sentándose a mi lado—. Val, por favor. ¿Podrías sacar a tu esposa de la cama? No tenemos todo el día.

—Megan—la llamé. Ella volteó a verme, con una sonrisa plantada en sus labios—, recuérdame porque es que te quiero.

Valentina soltó una risita corta. Megan se acercó más a mí, quedando a tan solo centímetros. Su aliento chocó con mi cara, y...

—Porque soy jodidamente irresistible—me dijo. Elevé una de mis cejas, causando en ella una risa—. Me quieres porque sabes que como yo no hay dos, porque soy la esposa de tu mejor amigo y la madrina y única tía de los gemelos.

—Buen punto—intervino mi esposa riendo suavemente—. Cielo... Arriba, por favor.

—¡Si, ya ya!—blanqueé los ojos con frustración mientras salía de la cama.

—Lindo trasero—dijo Megan a mis espaldas mientras me dirigía al baño.

La verdad, poco me importaba. Megan con el transcurso de los años, se había convertido en una buena amiga para mí. Ahora no solo contaba con Valentina, sino también con ella y por supuesto, con el insoportable de Sebastián.

Resultó curioso que, después de tanto decir que no creían en el amor, terminaran casados.

Pero yo los entendía completamente.
Yo amaba a mis ojitos bonitos.

....

¿Cuándo piensas decirle?—le preguntó Megan a Valentina mientras la veía sacar del guardarropa el vestuario que usaría la morena ese día.  La castaña soltó un suspiro, y vio a Megan que aún estaba sentada sobre la cama que compartía con Juliana.

𝐂𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭€ || ×Juliantinas× AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora