Capítulo 30. [Una Promesa De Un Para Siempre]

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2/10 PARA EL CAPÍTULO FINAL

Juliana creía que el haber conocido a Valentina Carvajal, una simple fotógrafa, nacida en Argentina y residenciada en México, había sido su golpe de suerte. Decir que sus ojos azules desde el primer momento la habían cautivado, quedaba corto para lo que ella en realidad sentía por la mujer que ahora era parte de su vida, de sus sueños más anhelados, de su historia. Más que eso, lo era todo: su esposa y la madre de sus dos hijos.


Con una taza de café en sus manos observaba fijamente a la mujer que le robaba el sueño hacer la que más le gustaba, con sus dos modelos favoritos, Tylor y Elizabeth, sus dos hijos. Ella reía junto a ellos mientras intentaba capturar uno de sus momentos más felices bajo el lente de la cámara. Conmovida con la escena, esbozó una sonrisa mediana mientras bebía de su café. Era una tarde bastante anhelada para ella puesto que por su trabajo tan demandante, no había tenido el tiempo suficiente de compartir esos pequeños detalles con las tres personas más especiales en su vida y más importantes también.


Valentina, quien seguía profundamente cautivada por las sonrisas de sus dos hijos, lanzó un flash en su dirección obteniendo lo que para ella era una de sus mejores fotos. Verlos felices, riendo, y jugando, era algo que no se había imaginado antes  pero que la dicha de poder vivirlo con la persona que más amaba, lo era todo. Sus azules se pasearon por todo el lugar hasta llegar a la figura de una preciosa morena que la veía con intensidad mientras bebía de su café. Ambas sonrieron cuando sus ojos se encontraron y una de ellas mordió su labio inferior haciendo negar a la otra con la cabeza. Un toque de juego y seducción que a pesar de los años, nunca se había perdido. Juliana amaba a Valentina en cualquier versión de sí misma. La adoraba a cada segundo, día tras día, noche tras noche. Llegar a casa y recibir un masaje de su esposa mientras le contaba sobre su día era lo mejor. Pequeños hábitos que juntas se habían encargado de cumplirlos siempre.

—Oye, morena—Valentina apuntó en dirección de Juliana con su cámara. La morena al verla, sonrió, apoyando su cabeza sobre su puño cerrado mientras este descansaba en el orificio del sofá—. ¡Sonríe!—le pidió sonriendo ella aún más.

La fotografía había salido con una escena conmovedora: Juliana sonriendo con sus ojos cerrados y una sonrisa que podía iluminar cuidades.

La castaña al verla, sonrió, sintiendo su corazón llenarse de profundo amor por la mujer que tenía frente a ella. Su esposa, sus ojitos chocolates.

—¿Salió bien?—fue la pregunta de la morena al ver a Valentina acercarse hasta ella.

—Pues... —sonrió, sentándose en las piernas de su esposa—, acaba de convertirse en una de mis fotografías favoritas y mira que tengo muchas. 

—¿Puedo verla?—preguntó suavemente acariciando su brazo desnudo.

—Aún no—le dijo Valentina—. Quizá luego.

—¿Por qué?

—Tengo planes con esa fotografía.

—¿Algo así como un ritual?—la castaña frunció el ceño pero luego rio al ver la expresión de Juliana—. De esos rituales que hacen algunas mujeres para que sus esposos estén por siempre a su lado.

—¿Algo así como brujería?—la morena se encogió de hombros—. ¡¿Juliana Valdés creyendo en rituales y brujería?!—Valentina se echó a reír—. ¿Quién lo diría?

—Ya...—murmuró Juliana—, basta—arrinconó su cabeza dentro del espacio que había entre el mentón y el hombro de Valentina—. Tengo algo para ti—dijo en voz baja mientras veía a sus dos hijos jugar en el piso.

𝐂𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭€ || ×Juliantinas× AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora