3/10 PARA EL CAPÍTULO FINAL
UNA SEMANA DESPUÉS
Unos ojos marrones se encontraban perdidos entre las líneas extensas de unas hojas blancas. Había perdido cuántas había leído en menos de treinta minutos. Decir que unas trescientas no era una exageración pero ella adoraba hacerlo porque no lo veía como una obligación. Era una ocupación que la apasionaba sobre manera.
El café que estaba a su lado gritaba por un poco de atención. La morena no lo había probado desde que su secretra había entrado dándole los buenos días como acostumbraba a hacerlo. Aquella mañana era diferente. Podía sentirlo solo con ver sus ojos brillar porque después de tres días de arduo trabajo podría ver a su preciosa de ojos azules, a su cielo.
—¿Es la número... —inquirió una voz captando la atención de una preciosa morena que dejaba a un lado su lapicero para verlo directamente con una expresión de confusión.
—¿Me he pedido de algo?—preguntó.
—Te has perdido de mucho—Sebastián cerró la puerta a sus espaldas dándole una cálida sonrisa a Juliana que lo veía con una ceja levantada—. Logré que Clarita aceptara salir conmigo esta noche.
Juliana blanqueó los ojos.
—¿De nuevo?—rio—. Creí que tu cercanía con la señorita Megan estaba avanzando. Hasta juraba que dejarías a tu hombre mujeriego interior y te arriesgarías a algo más allá de lo que ustedes tienen que no sé qué es. Además, deberías ocuparte y dejar de estar detrás de mi secretaria como un perro faldero.
Sebastián sonrió, desabrochando su saco.
—Mi relación con Megan no es solo nuestra, Juli. Así como yo salgo con más mujeres, Megan sale con más hombres a parte de mi y para mi está bien—suspiró—. Me quito un peso de encima al dejar de pensar que ella puede confundir las cosas y terminar enamorándose—hizo una mueca.
—¿Y no sientes ni una pizca de celos por ello?—Sebastián hizo una mueca al escuchar la palabra "celos". En su código de amante, esa palabra no tenía cabida. Él era un hombre libre—. Digo... No debe ser nada lindo saber que lo que tú tienes, también pueden tenerlo otros.
—No me afecta. Cómo dije, nuestra relación es meramente sexual y créeme, que ambos, estamos bien así—Juliana se encogió de hombros—. Pero ni vine para hablar de mi vida sexual con Megan. Vine por otra cosa.
—Muy bien—Juliana se relajó viéndolo—. Te escucho.
—Se trata de Alessandro—dijo y Juliana al escuchar el nombre de su ex prometido, frunció el ceño—. Hablé con él, y me explicó con exactitud lo que sucedió con Mercedes y Rey. Él... Me dijo que tú no vas a defenderlos. A ninguno.
—Y no pienso hacerlo, Sebastián. Yo no defiendo las injusticias y lo que ellos hicieron no tiene perdón—dijo con dureza—. Cuando lo escuché de la boca de Alessandro dudé, porque él también me mintió. Pero luego, la visita de los agentes policiales... Ellos me contaron toda la verdad. Mercedes y Rey planearon la muerte de mi madre biológica. Me arrebataron la oportunidad de poder conocerla todo por un maldito prejuicio con la sociedad—la morena apretó las manos—. De Mercedes podría esperarlo, pero, ¿de mi padre? ¡Jamás! Y no, no voy a llevar su caso ni nadie de mi bufete.