Capítulo 25. [Sombras Del Pasado]

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7/10 PARA EL CAPÍTULO FINAL

Capturar momentos desde el lente de mi cámara siempre había sido mi pasión.

Adoraba fotografiar desde lo más pequeño, hasta lo más grande

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Adoraba fotografiar desde lo más pequeño, hasta lo más grande. Cuando sólo tenía nueve años, ya sentía el amor por este arte. Mis padres siempre creyeron que de grande sería una gran fotógrafa si era lo que quería ser. Ellos siempre me apoyaron y me dieron los ánimos suficientes para aprender lo que tanto me gustaba.

Recuerdo que la primera cámara fotográfica la recibí cuando tenía doce años; en noche buena. Mis padres solo podían darme ese tipo de obsequios a finales de año mientras que en el trascurso del mismo ahorraban, ambos, de su trabajo. Yo nunca lo supe, hasta que cumplí los dieciséis años de edad.

Ellos habían empezado a trabajar desde los diez años para darme ese obsequio en navidad dos años después. Cada cuanto iban, y al ver que los precios subían exageradamente decidieron comprarla con la venta de algunas cosas de nuestro hogar. Eso también lo descubrí cuando tenía diecisiete. Su excusa más práctica era decir que estábamos remodelando o que eran aparatos viejos que ya no servían y que posiblemente alguien más los estaría necesitando.

Yo era muy ingenua, y les creí.

Mi primera cámara fotográfica fue una Canon G7 X Mark II. Comencé clases virtuales y gracias a unos vídeos en línea aprendí lo básico de ellas. No estaba tan perdida como creía. Solo dejaban que usara la cámara dentro de nuestra casa. Me prohibían llevarla a algún lugar sin la supervisión de alguno de ellos. Yo no entendía el porqué. Yo simplemente era una niña de doce años con aspiraciones. Quería aprender rápido para devolverles un poco de la felicidad que ellos me daban aunque nunca se los haya dicho.

La primera fotografía que tomé fue a las flores del jardín de nuestra vecina. Ella regaba todos los días a las seis de la mañana mientras tomaba café y tarareaba algunas canciones que yo en ese entonces desconocía.

Mi casa era simple, y no tenía nada de especial. En cambio la casa de la vecina era diferente. Tenía flores, y un césped muy lindo. La fachada era distinta a la nuestra y siempre me pregunté porqué, si vivíamos a su lado y la de nosotros era distinta. Desde pequeña fui curiosa y me interesaba saber muchas cosas que aunque me dijeran no podía comprenderlas.

La sonrisa de nuestra vecina fue amplia y acentuada cuando le pedí que por favor me dejara fotografiar su jardín. Ella nunca se opuso. Al contrario. Todos los días, a las seis de la mañana, despertaba a mamá para que me sacara a la casa de la vecina porque me gustaba ver como regaba sus flores y su césped. Mi madre lo hacía con mucho cariño. Ella sabía que eso me hacía feliz y para ella no había nada más importante que aquello.

También recuerdo que la primera fotografía que le regalé a mis padres tomada por mi, fue un hermoso girasol que crecía fuera de nuestra casa. La felicidad que sentí en ese momento era inexplicable porque nunca había nacido ningún tipo de flor allí.

𝐂𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭€ || ×Juliantinas× AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora