Capítulo 9. [Tómalo O Déjalo]

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Mis piernas están impacientes.
Mis manos también.

No puedo controlar los nervios que están de punta. Me estremezco, y parpadeo varias veces intentando aclarar mi mente al darme cuenta de lo que acabo de hacer. Junto con Megan, le he enviado girasoles a Juliana a su trabajo. No he recibido respuesta, y pienso en que fue un error. No debí hacerlo. No debí dejarme llevar por los comentarios de Megan. Aunque me cueste aceptarlo, Juliana es prohibida para mí. Ella tampoco lo quiere.  En sus ojos podía notarlo.

Repito profundo, intentando calmar los pensamientos que me invaden y me siento perdida. No he recibido ningún mensaje de su parte, así sea para decirme que no lo haga más. Simplemente, quedó en el viento y me es imposible contenerme. Observo mi móvil que está a dos metros de distancia. Muerdo mi labio inferior, con ganas de tomarlo y preguntarle si ha recibido los girasoles que le envié, pero ante esa idea, niego rápidamente. Megan me ha dicho que espere a que sea ella quién me ubique ahora.  Yo, he dado el primer paso.

Ella cree que Juliana debe dar el segundo.

—¿Nerviosa?—pregunta Megan entre risas al verme. Me sirve un café, y le sonrío en agradecimiento—. ¿No se comunicó contigo?

Niego.

—No, nada—digo cabizbaja—. Hace más de una hora que le enviamos los girasoles y no me ha escrito, Meg. Seguramente, no le gustó lo que hicimos.

—Lo que hiciste tú—entrecierro los ojos—. No me mires así. Sabes que es la verdad—se encoge de hombros—. Además, puede que esté ocupada. Es una opción bastante considerable tomando en cuenta que es su hora de trabajo.

Eso no lo había pensado, posiblemente, Megan tenga razón.

—Sigo pensando que es atrevido—le repito y ella rueda los ojos. Está cansada de oírme decir lo mismo una y otra vez—. Es cierto. Y yo. . . ¡Dios! Te juro que los nervios me están consumiendo.

—¿Por qué estás tan nerviosa?—se intriga en saber—. ¿Tienes miedo que no le hayan gustado los girasoles o que Juliana no te corresponda?

—Las dos—contesto con inmediatez—. Megan. . . Juliana es una mujer comprometida.

—Pero poco le importó para besarse contigo dentro del cubículo del baño—abro los ojos, y la escucho reír—. ¿Qué? Fueron bastante obvias. Comenzando por la parte donde su labial, estaba en tus labios. Y esa noche, mi querida Valentina, tú no llevabas labial.

—¡Qué vergüenza!

Me llevo las manos hasta la cabeza escuchando como Megan seguía riéndose de mí.

—Cálmate—me dice—. Su amigo y yo estábamos bastante ocupados como para interesarnos en lo que ustedes estaban haciendo—Megan bebió de su café—. Pero Val—me dice—. Si me lo preguntas, creo que deberías tener mucho cuidado con la realeza. Como acabas de decirlo, Juliana está comprometida, y te guste o no, o suceda lo que suceda entre ustedes, eso no cambia.

—Créeme que lo sé—le digo—. No quiero salir con el corazón herido.

—¿Entonces por qué te creas ilusiones con ella?

—Porque Juliana es la primera mujer que me hace sentir. . . Viva, Megan. Y no solo es la primera mujer—bajo la mirada—. Es la primera persona con la que me he sentido cómoda. Con la que siento que puedo ser yo completamente y jamás me juzgaría.

—Solo tienen días conociéndose Val—me dice, y ruedo los ojos—. No te precipites.

Me rio.

—¿Lo estás diciendo en joda, verdad?—Megan ladea la cabeza de manera divertida.

—Claro que no—entrecierro los ojos bebiendo de mi café.

𝐂𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭€ || ×Juliantinas× AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora