A Metros de Millas - T.C

Capítulo 35: Corazones Rotos

-Cuando tenga hijos les haré ver Little Women.

-¿Para que quieran ver el detrás de escena de su arrogante padre?

-Pero si eso no lo recuerdo ni yo.- La carcajada de ambos aturdiría a cualquier pez que pasara debajo nuestro. Lo que sucedió luego de aquella sobredosis fue trágico, era indiscutible, la sensación de estar muriendo junto con él no finalizó hasta notar que estaba vivo.

En realidad, no finalizará hasta que me recuerde "apropiadamente".

-¿Qué es este sitio Tim?

El puente gigante sobre el que estábamos con nuestras viejas bicicletas a las cuatro de la mañana era precioso. Fabricado con un mármol blanco y gris, sus bordes oscuros pero aún así los árboles alrededor suyo eran casi pertenecientes a un arcoíris de tonalidades pasteles.

Le dio una extensa calada a su cigarrillo, acercándome uno. Al posarlo entre mi dentadura, lo encendió y guardó la caja en el bolsillo derecho de su tapado largo azul marino.

-No vinimos aquí durante la grabación. Es más, nunca lo había visitado.- Inhaló un poco más de tabaco a la par mía, y exhalando a la vez. Nos asomamos a uno de los bordes de tal puente, a centímetros de una caída de metros, recostando nuestras bicicletas en el piso. Al fin y al cabo, dudo que otro par de locos decida cruzar por aquí a estas horas.

-Lo recuerdo de algunos sueños que anduve teniendo, lo busqué describiéndolo por cómo se veía e Internet me lo enseñó. Cabía la casualidad de que era aquí, a horas de Crema.- Otra calada por parte de ambos.

-Por esto viniste, ¿sí?

-Y por ti.- Dejó las vueltas interminables encendiendo otro cigarrillo, apoyando su brazo izquierda en el borde donde estaba junto a mí hace unos segundos.

-¿Y eso a qué se debe?

Tardó en contestar. -Porque te necesito a mi lado.- Resopló.- Tu voz me motivó a despertar sin siquiera saber cómo era tu rostro.

Esparcí mis dedos por mi cara como si se tratase de una masa de galletas, estirándola suavemente. -¿Y qué tal?- Haciendo referencia a mi cara.

Rió girando su cabeza de un lado a otro. -He visto mejores.

Desearía pensar que eso fue sarcasmo, pero la honestidad de sus palabras la podría evidenciar hasta un desconocido.

De igual manera, no faltaron las lágrimas por la gracia que, supongo mi reacción, acababa de darle.

-Que te den, imbécil. Me lo tomé muy en serio.

-Era actor.- Me señalaba entrecerrando sus ojos. -Tengo mis As bajo la manga.- Terminó el segundo tubo con tabaco, tirándolo en su bolsillo una vez apagado.

Mi teléfono comenzó a vibrar. Era extraño puesto a que lo tengo en silencio desde hace una semana, aquella vez donde nos vieron juntos frente al Soldado de Piave.

-¿Carlo?

Un tanto incómoda, le di a entender que sí. -Que extraño.

C: Han pasado días sin saber de tí. No iré a tu casa, no quiero parecer un psicópata o algo así, estamos en un tiempo para pensar sobre nuestra ruptura, pero aquello no implica que quiera evitarte. Al menos, no lo sé, ¿algo que necesites?

C: Manténme al tanto. Te quiero mucho, Lauren.

-Te daré tu espacio.- Se alejó a unos pasos de mi, mientras abría una ¿manta? sobre la superficie. Poco a poco, más cosas iban saliendo de su bolso.