Capítulo 19: Crema (3/3)

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¿Recuerdan cuando Timothée me dijo que el calor iba a ser mortificante cada día de los que pasáramos aquí?

Está haciendo un frío de puta madre.

-No puedo confiarte ni el clima de una ciudad joder.

-No seas dramática, yo puedo darte calor.- Dijo sacudiendo sus hombros y extendiendo sus brazos, para luego abalanzarse encima mío y frotarme para que dejara de congelarme.

Como definitivamente NO era de esperarse luego de esa escena tan extraña, terminamos teniendo sexo.

Él cubierto con una manta gigante y yo con un suéter arriba.

Creo que nunca me había reído tanto en pleno acto sexual.

Nuestras piernas estaban del color de la escarcha, y al terminar nos cambiamos tan rápido como pudimos.

Estábamos como si fuéramos gemelos. Icónico.

Ambos teníamos jeans al cuerpo, el mío era blanco y el suyo negro. Y arriba con tapados, el suyo azul oscuro y el mío color nude. De calzado Timothée tenía un par de mocasines marrones, casi con tonalidad negra, y yo unos femeninos del color de su pantalón, al igual que la cartera que llevaba conmigo.

En camino hacia la puerta con graffiti fuimos en nuestras bicicletas, y podría jurar que con la cantidad de ropa que teníamos encima el dolor de entrepierna que tendría no podría solucionarse hasta que pase mínimo, una semana.

Ya en el lugar pedimos permiso para mejorarla, y los trabajadores de aquel negocio de revistas lo conocieron de inmediato, seguían siendo los mismos que los del momento en el que grabaron aquí. Asintieron con mucho gusto e inclusive se acercaron a ayudarnos.

Se llamaban Luigi y Giuseppe, y eran de las personas más amables con las que me había cruzado hasta el momento; los tres pintábamos sectores distintos y tan prolijo como pudiésemos, mientras Timothée con los guantes que hacían juego con su tapado, sujetaba la cámara retro que traía consigo desde ayer, sacándonos fotos durante el proceso.

Una vez finalizada nos alejamos un poco para observarla detalladamente a lo lejos.

Había quedado espectacular. Y ninguno de los tres se derramó ni un poco de pintura encima, hasta ahora.

Sí, hasta ahora.

Porque acto seguido Timothée le dio su cámara a Luigi y comenzó a tirar pintura desenfrenadamente por todo el piso, ensuciándome a mí y al pobre de Giuseppe. Pero no parecía importarle para nada, se justificó con que su ropa era vieja y holgada.

Bien por tí, pero la mía era nueva.

Pero amargarme no serviría de nada. Tomé el otro pote y le arrojé todo lo que quedaba de contenido al rizado. Siendo el momento capturado por Luigi mientras que su compañero no paraba de reír ante lo que estaba pasando.

Luego de horas, claramente, limpiando el piso, nos despedimos con un abrazo cálido de ambos, quienes nos desearon que volviésemos pronto y que siempre que necesitáramos de alguien nos esperaban con sus respectivas familias.

Creo que nunca me conmovió tanto la bondad de alguien. Por ello, asentí y los invité juntos con sus hijos y esposas a cenar con nosotros hoy por la noche, para despedir Crema.

Que triste, en un abrir y cerrar de ojos ya nos debíamos ir.

Volver a la normalidad, yay.

Ya había caducado el tiempo para tener las bicicletas con nosotros, por lo que fuimos a devolverlas y rentamos un viejo Citroen verde para ir hacia el sitio donde Elio y Oliver tuvieron su primer beso.

A Metros de Millas - T.CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora