Annelie o Anne , como siempre le llaman. Es la conocida risa que se escucha en los vídeos de "elrubiusOMG" y también en la mayoría de las ocasiones es su cámara y editora. Haciendo pensar que puede ser su novia, pero en realidad no.
¿Amigos? Se cono...
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Hoy es domingo, uno de los días más aburridos para mí ya que normalmente no hacemos nada, solo nos quedamos echados en el sofá de la sala viendo películas o jugando, en este caso Rubén lleva más de una hora jugando y yo solo estoy viendo cómo juega porque no me ha dejado jugar en todo este tiempo.
—¡Achú! —estornude.
Rubén hizo una mueca de disgusto y me observó con miedo.
—No te irás a resfriar, ¿no?
—Claro que no gilipollas, estamos casi a pleno verano —le respondí molesta.
Me levanté del sofá y caminé hasta la cocina, tengo un hambre que me muero. Corrí en busca de unos chocolates que mi madre me había enviado desde Noruega hace una semana, era una caja enorme y solo me había comido seis y como no encuentre más ahora le corto las bolas a Rubén, busque por toda la alacena sin parar y... No encontré mis chocolates, salí corriendo molesta hacia la sala encontrándome a Rubén jugando con las gafas de realidad virtual.
—¡Rubén! —le grite molesta, pero no me escuchó por los cascos.
Me coloqué frente a él con los brazos cruzados y cuando chocó conmigo saltó del susto.
—¡Ostias! —se quitó las gafas y al verme me sonrió. —Puta vida, me diste un puto susto, estaba jugando un juego de terror ¿quieres jugar?
—¿Dónde están mis chocolates?
Le sonrisa se le fue de pronto y corrió escaleras arriba para que no le hiciera daño, pero al momento corrí detrás de él y le alcancé a tomar del brazo para que no se escapara.
—Juro que te voy a comprar una caja nueva —dijo temeroso.
—¡Eran chocolates Nórdicos gilipollas! Mi madre me los envío.
Le jale aún más fuerte el brazo ya que se trataba de escapar y se sujetaba a la barandilla de la escalera con el otro brazo.
—¡Anne nos vamos a caer!
—¡Eran mis chocolates! ¡¿Por qué te los comiste!?
—¡Fue en mi depresión cuando no me hablabas!
Se notó en lo que acababa de decir que, en verdad si le había dolido que le dejase de hablar durante un buen tiempo, me sentí mal y le solté el brazo ya más tranquila. Terminé de bajar las escaleras al igual que él y me senté en el suelo, Rubén hizo lo mismo y se sentó a mi lado.
—Aun así no te perdono y me los debes, estaban deliciosos —dije mientras se me hacía agua la boca.
Rió y me tendió un billete de ni idea cuantos euros.
—Anda ve a comprarte los chocolates que quieres —me sonrió.
Asentí, le di un abrazo rápido, tomé mi suéter y salí corriendo de la casa, tomé un taxi y le dije que fuéramos al SUMA, es un supermercado del centro de Madrid que no me queda muy lejos. Cuando llegamos le pagué al taxi y casi corrí hasta la entrada del supermercado, quiero mi chocolate ya.