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Estaba obscuro, yo caminaba sola por el pasillo, no llevaba un rumbo claro solo caminaba por todo el palacio, por supuesto sin tocar la área del emperador; escuche que le molesta mucho que interrumpan su espacio sin su permiso.

Cuando me dirigía a la escalera que llevaba al comedor del interior escuche una voz, era de una mujer, pero no la conocía. Provenía de una habitación con una gran puerta, asumí que era como una sala de estar. Luego escuche la voz del emperador.

La puerta del salón se abrió de repente, rápidamente me oculte detrás de una columna. Las voces resonaban en toda el área, era muy claro escucharlos.

-¿Cuándo iras a visitarme?- dijo la voz femenina

-Despues- era la voz del emperador

-Siempre dices eso- la mujer hizo voz de niña, dándole un tono de queja –A mi padre le encantaría verte-

-Seria todo un gusto verlo, pero estoy muy ocupado- la voz del emperador era diferente, no sonaba frio, más bien era de hipocresía

- Ya sabes que puedes ir cuando quieras o yo podría quedarme aquí todo el tiempo que quieras- la mujer ahora sonaba coqueta.

No pude evitar asomarme, la curiosidad era muy fuerte. Vi a una mujer rubia, alta, hermosa de pies a cabeza, tenía un vestido hermoso y lleno de joyas, su cabello era igual al de una Barbie, era delgada como una modelo, pero tenía aires de ser infantil.

Su mano derecha sujetaba la del emperador, el solo mostraba una sonrisa apenas visible. Aunque él no apartaba la mano de la chica, tampoco se la correspondía, mostraba indiferencia ante tal acto.

Estaba tan inmersa en el toque de manos que no me di cuenta de que unos ojos me miraban. Eran los del emperador.

La chica hablaba y él le respondía, pero no apartaba la vista de mí, hasta que la joven decidió voltear hacia donde el veía. Me coloque detrás de la columna de nuevo y me senté en el piso.

-¿Qué está viendo emperador?- dijo la joven volteando

-No es nada, solo una fractura en aquella columna- su voz se volvió como siempre. Distante

-Conozco a alguien que podría arreglarla- dijo entusiasmada

-No se preocupe por esas cosas, mejor ocúpese en verse más hermosa cada día-

-Que cosas dice- la chica rio nerviosamente. Me imagine su cara de color rojo

-Hare que alguien la escolte hacia su carruaje- el emperador detuvo en seco las fantasías de la joven

-Gracias su majestad por recibirme sin previo aviso- La chica sonó como toda una dama

-De nada, que tenga buen viaje- finalizo la charla el emperador.

Escuche como los pasos de la joven se alejaban junto con otros, supongo que de algún soldado o sirviente.

Todo quedo en silencio, no quería asomarme, tal vez el emperador seguía ahí o tal vez él fue el que acompaño a la joven, mientras estaba pensando en las supuestas acciones, seguía sentada y oculta detrás de la columna, hasta que escuche una voz muy cerca de mí.

-¿Estas cómoda?- era la voz del emperador.

Me sobresalte y de inmediato me levante. Gire la cabeza hacia la dirección de la voz y precisamente era el emperador recargado en la columna, con una sonrisa en su boca.

-Yo no quise espiar, fue una accidente- mis excusas sonaron tan patéticas.

-Así que estabas espiando- dijo

-No yo- me puse muy nerviosa

De repente el emperador comenzó a reírse.

-¿Siempre te pones nerviosa cuando haces algo así?- aunque dejo de reírse, seguía sonriendo

-No, quiero decir, comúnmente no pasa algo como esto- me enoje

-¿Entonces qué haces comúnmente?- me pregunto

-¿Por qué quiere saber eso?- me puse a la defensiva

-Para conocerte mejor- esta vez fue muy directo

La concubina del demonio de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora