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Desperté de un salto, estaba sudando y mi respiración estaba agitada, tarde un momento en ordenar mis pensamientos, pude notar que caían lágrimas por mi cara, en ese momento eran involuntarias pero luego una pena me angustiaba y comencé a llorar sin control, desde que llegue a ese mundo no había podido expresar mis sentimientos. Mientras sollozaba entre la silenciosa habitación recordaba a mi familia ¿Cómo se encontraran? ¿Qué pasara con mi mama? Siempre fuimos muy unidas, mis victorias eran suyas, mis sueños tenían sentido si ella los escuchaba, a mis heridas del alma ella sabía cómo curarlas. Mi padre, me enseño a tomar decisiones, a cuidarme de chicos malos, a tener metas altas y ahora ellos ya no pueden enseñarme nada, ya no me tienen y yo no los tengo.

El llanto ceso, simplemente estaba boca arriba, tirada en la cama, observando el techo, cuando la mucama entro con sigilo, pero de inmediato se dio cuenta que estaba despierta así que no se molestó en guardar silencio, abrió las cortinas de la habitación.

-¿Desea tomar un baño señorita?- dijo suavemente. No respondí, voltee la cabeza al lado contrario de ella, no quería que viera mi cara después de haber llorado. Ella volvió a hablar.

-Le ayudara a bajar la hinchazón y la hará sentir mejor-voltee sorprendida hacia ella, nadie me había dicho algo así, bueno, alguien que no fuera mi madre. Acepte desanimada.

-Bien- dijo

Estaba de vuelta en el baño, después me dio a elegir mi atuendo del día, me informo que el desayuno estaba listo y me condujo hacia el comedor del patio. En este estaban sentadas algunas de las mujeres del día anterior.

-En mi primer día no pude dormir tan bien como tú- dijo una chica de cabello negro carbón. Era bastante guapa; sus rasgos eran fuertes, unos ojos negros intensos y firmes, cuello largo, labios gruesos pero bien definidos, pómulos pronunciados, test blanca y pecosa. Cuando dijo esas palabras parecía que no se las decía a nadie, simplemente ella miraba su desayuno, pero en cuanto comencé a observar sus características ella volteo hacia mí, entendí a quien le hablaba.

-Ayer fue un día largo- dije un poco avergonzada y cuidando de mis palabras por si acaso

-Seguro que sí, es decir, viste al hombre que te regalo ser asesinado frente a ti. Aunque si eso me hubiera pasado a mí, estaría muy feliz de eso, pero lamentablemente a mí me entrego un mercenario que tiene una buena relación con el reino- dijo la pelinegra. Esta chica realmente ofrecía mucha información, pero me alegraba que me hablara de manera tan coloquial, me hacía sentir más cómoda con el ambiente -Bueno, al menos bajas a comer con nosotras, no como esas otras tontas concubinas-

¿Concubinas? Ellas también eran concubinas.

-Ophelia- dijo una mujer rubia, se veía más grande que las chicas de ayer, como unos 25 años.

-¿Qué? No tiene nada de malo, ni siquiera se dignan a aparecer, no pueden escuchar lo que digo- dijo Ophelia

-Eso crees tú- una chica salió detrás mío, fue la que acababa de hablar. Esta era de test morena y cabello blanco, es de esos casos raros donde una persona morena nace albina. Con esas características no me sorprendía de que fuera concubina.

-Hola, lindura- dijo Ophelia de manera sarcástica. La chica morena la ignoro y se sentó al lado de la mujer rubia. En ese momento Ophelia me llamo con la mano y palmeo con la otra el asiento de la silla que estaba a su lado, quería que me sentara ahí, así que lo hice.

Me sirvieron lo que las demás comían, fue en ese momento en donde un sirviente apareció anunciando la llegada del emperador. Las tres chicas se levantaron del asiento, imite la acción. El apareció.

-Buenos días Emperador- dijeron todas al unísono excepto yo, el no contesto y se sentó en el lugar del anfitrión, por suerte no estaba cerca de él. Mis ojos estaban clavados en su presencia hasta que Ophelia me dio un golpe en el brazo y me susurro que no hiciera eso, que bajara la mirada.

La concubina del demonio de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora