Capítulo Catorce: Eros es amor

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El siguiente fin de semana, tan solo unos días antes del cumpleaños de Sakura, ambos tomaron un vuelo que los dejó en Osaka. Desde el principio, la idea de viajar a Yoshino le pareció un poco arriesgada, pero él había prometido que no iba a negarse cuando ella quisiera venir de visita para ver a sus amigos. Claro, eso representaba volver a pisar la ciudad donde Deméter vivía y, por ende, no estaba muy contento con esto. Sin embargo, Sasuke había sido tan claro con su hermana deidad que no tuvo reparo en dedicar una llamada a su secretaria, personalmente, para informarle que la doncella de las estaciones volvería al Monte Yoshino de visita y, para la desgracia de la rubia, él la acompañaría en todo momento, así que las mantendría a raya si tan solo consideraban intentar acercarse a su mujer. Quizá Tsunade no tuviera interés en sus amenazas, pero Shizune le temía y gracias a eso no le pasaría la información a su jefa, solo se aseguraría de que no se enterara y estuviera al margen. No estaba al cien por ciento seguro de si funcionaría, pero no importaba, porque estando él presente podría tomar cartas en el asunto. Así, en cuanto llegaron a las cercanías del pequeño pueblo, los colores rosados que adornaban la montaña no pasaron desapercibidos por los ojos negros de Sasuke, pero eso apenas duró un instante, pues ella prácticamente lo arrastró a la casa de la familia Yamanaka.

—¡Sakura! —exclamó, su amiga, con evidente alegría—. Por Dios, mírate... te ves tan saludable y elegante —dijo, acercándose a mirarla mejor, justo frente a su casa.

—Qué educada forma de decirme que subí de peso —contestó Sakura, riendo—. Oh, estoy segura de que recordarás a Sasuke-kun —aunque él no esperaba que ella lo llamara de ese modo frente a la rubia, procuró no verse sorprendido al escucharlo.

—Por supuesto, jamás olvido a un hombre guapo, mucho menos si cumple sus promesas.

—¿Si recuerdas que eres una mujer casada? —preguntó, retórica y bromista, aunque las palabras de Ino no fueron capaces de inmutar a Sasuke en lo más mínimo, ella no pudo evitar mirarlo con cierta curiosidad en sus ojos azules.

—A Sai no le importa —le restó importancia, para encogerse de hombros—. Bueno, entremos... seguro que quieren tomar el té.

—¿Dónde está Sai? —preguntó, mientras ambos la seguían al interior de la casa.

—¿A dónde se va Sai siempre?

—A pintar en el bosque —sonrió, mirando de soslayo a Sasuke, asegurándose de que estuviera cómodo, ante lo que recibió un asentimiento de su parte para que no se preocupara—. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo has estado?

—Bueno, no puedo quejarme: soy una esposa muy feliz. Pero eso no importa, asumo que se quedarán esta noche, ¿cierto?

—En realidad, solo pasamos a saludar, por hoy —respondió, apenada.

—Rentamos una suite en un onsen ubicado en la montaña —explicó, Sasuke—. Sakura insistió en que, aunque fuera una noche, debíamos tener una experiencia del Monte Yoshino completa.

—Hoy iremos a pasear en autobús, queremos llegar tan alto como podamos y empezar a bajar a pie para ver los templos, comer algo y pasar a algunas tiendas.

—¿Acaso vienen de vacaciones? —preguntó, Ino, entrando al cuarto de té. Sakura asintió.

—Tiempo libre por mi cumpleaños —afirmó, para mirar a Sasuke a su lado—. Nos relajaremos, comeremos un montón, vamos a bañarnos en las termas y dormiremos como bebés. Quiero tomar el desayuno viendo los cerezos floreciendo.

—Aunque todavía falta para que la montaña esté en su máximo esplendor, escogieron un momento agradable, ya que las reservaciones comienzan a enloquecerse en unos días más —aseguró, su anfitriona, mientras comenzaba a servir el té—. Van a disfrutarlo, de verdad. Pero, creí que tendríamos tiempo para ponernos al día.

1600 Primaveras para HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora