Capítulo Veinte: Afrodita Urania

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Estaban fuera de control. Eran adolescentes desesperados por sentir cosas que estaban más allá del alcance de sus manos. Parecían inexpertos mocosos que fingían estudiar en la habitación con tal de que sus padres no los interrumpieran, o como un pretexto para estar a solas con la puerta cerrada, mientras dejaban las libretas abiertas y se besuqueaban sobre la cama. La diferencia era que no había una libreta, ni padres, de hecho, no tenían menos de veinte años. Sakura se ponía esta ropa coqueta de tirantes que mostraran un poco su escote y faldas que exponían sus hermosas piernas largas y blancas, porque parte de ella insistía en para hacer algo a lo que él se negaba, pero resultaba inevitable que ella lo arrastrara sosteniéndole por la corbata, hasta el lecho. Se había vuelto experta en domarlo por el cuello, como a un perro, y él caminaba sobre las nubes mientras sentía sus suaves labios contra los propios, olvidándose del resto del mundo cuando se besaban, sin notar que ella deslizaba su saco por sus brazos y le aflojaba la corbata para lanzarla lejos antes de atraerlo en un abrazo. Ahora, imagínense la típica escena de jóvenes hormonales de películas y series americanas: mimos incesantes, música en una pequeña grabadora, ósculos intensos y ruidosos. Sí, sí, faltaba la grabadora, pero todos podemos ver a los chicos aferrándose el uno al otro mientras se frotan entre sí, como si aquello fuera tan inocente, ¿cierto?

El acto sexual no consiste solo en la penetración, ¿saben? Lo que hacían era parte de un proceso reproductivo, un cortejo y un juego previo al evento estelar, pero Sasuke Uchiha se mentía a sí mismo al repetirse que estaba bien, siempre y cuando no pasaran de ese punto. Excepto que ella seguía moviendo su pelvis, abría los botones de su camisa, lo enredaba con sus piernas, separaba los labios, le mordía el mentón... uno no puede con tanto. Y no, no es que el asunto fuera culpa de ella, tampoco era como que se estuviera sobrepasando. Con los veintidós años cumplidos, un poco de placer y excitación no son incorrectos. Uno diría que ella es capaz de tomar decisiones adultas, ¿verdad? Tiene la información, se versa como doctora, es inteligente—por no decir brillante—, está feliz, ¿qué puede tener de malo? Si se siente bien, parece estar bien, ¿verdad? Y él era tan guapo, encantador a pesar de su seriedad, y estaban enamorados. Acostarse era solo una de los miles de formas de celebrar su amor, ¿no? Pero él... él no quería. Él se contenía. Y, por más que ella pudiera notar que no era la única entusiasmada con la idea de descubrir los misterios ocultos en las partes de su cuerpo que aún no había visto, él era un bien hombre. ¡Maldición! ¿Por qué tenía que ser un buen hombre?

Ay, cariño, no tienes ni idea.

—Espera —hijo de la gran...—, espera... tenemos que detenernos —claro, decía eso con la camisa completamente abierta, aunque eso sí era culpa de Sakura. Pero, ¿se suponía que viera su cuerpo formado y fingiera que eso no la volvía loca?

—Lo sé, lo sé —contestó, fastidiada a pesar de su tono de voz sofocado—. No lo haremos, al menos hasta que tu divorcio se haya firmado por ambos.

—Así es —ella suspiró, dejando caer su cabeza sobre la cama—. Escucha, no quiero hacerte sentir mal con esto. Sabes que no se trata de ti.

—Ni de ti —se quejó, alzando las cejas en un gesto egoísta e infantil, que a final de cuentas él procuraba ignorar, dadas las circunstancias. Y, bueno, tampoco quería discutir sobre las reacciones naturales de su anatomía masculina—. Lo entiendo, hicimos un acuerdo, es solo que... a veces se siente como que tú has hecho tanto esto y yo soy una idiota.

—No estoy de acuerdo —afirmó, echándose a un lado y llevando sus manos a volver a cerrar la camisa—. Eres... decidida —por no decir más.

—Supongo que sé lo que quiero —se encogió de hombros—. La cuestión es que no se trata de lo que yo quiera, ¿cierto? —se empujó el cabello hacia atrás, exasperada—. Los besos son increíbles y, no me malinterpretes, adoro que aceptes abrazarme o dormir conmigo, pero... no tengo catorce años, Sasuke-kun.

1600 Primaveras para HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora