La semana previa a su aniversario de bodas, y un poco apretado con sus fechas, Sakura logró preparar todo para la cena prometida. El cumpleaños de Sasuke había sido un fiasco ya que no pudieron organizar nada por el trabajo, y apenas pudo encontrar los regalos por sí mismo en su cama, pero todo se compensaría con esta cena y con su próximo viaje de segunda luna de miel, el evento que la había mantenido más que nerviosa. De alguna forma, ellos habían terminado por verse menos de lo que ya lo hacían, pero su tiempo juntos se concentraba en hablar sobre la cena que le ofrecerían al amigo de la secundaria de Sakura y las actividades planeadas para su aniversario, pues ellos habían decidido que debían hacer un par de cosas. No sabía cómo o porqué, pero las últimas seis semanas parecían ser un buen pretexto para acercarse más: ella se había mostrado un poco más sonriente, como si estuviera sintiéndose en confianza ahora que él accedía a conocer a alguien de su círculo social—previo a su encuentro— y, se le ocurrió, más adelante quizá debía dar una fiesta con los viejos amigos de su mujer, tan solo para darle el gusto. Ella era como una niña, revoloteando alegremente al preparar el comedor del desayunador en el espacio de la sala de estar, con el objetivo de que disfrutaran de la vista. Eso lo satisfacía, pues parecía más comprometida también con su hogar y, bueno, con su nueva vida.
Llegado el día de su evento, Sasuke logró desocuparse a las cinco de la tarde, como debía ser su costumbre. La cena se llevaría a cabo a las ocho de la noche, por lo que fue recibido con refrigerios a pesar de que su esposa seguía haciendo compras de último momento para esa noche, lo que le permitió ducharse por segunda vez en el día y prepararse para más tarde. A las siete, cuando la música jazz se escuchó en toda la casa, él salió de su habitación a contemplar la zona que se había dispuesto para su elegante cena. Sakura afirmaba que contratar músicos era exagerado, así que había conseguido unas listas de reproducción relajantes que sonaban apropiadas para comer, algo ante lo que él debía darle crédito. Había bajado la intensidad de las luces de la sala de estar, puso velas en la mesa adornada con manteles claros y detalles dorados, además de que había dispuesto pequeños arreglos de flores naturales para que fuera más agradable. El ventanal quedaba justo frente a la mesa, la que había sido atravesada para que su invitado pudiera ver de frente el paisaje nocturno de la ciudad y sus luces brillantes. Él había escuchado que sería una cena de cuatro tiempos, con ensalada, sopa, cordero como platillo principal y un postre ligero, algo que debía aplaudir de su joven mujer. Era la primera vez que ofrecían este tipo de evento, era la primera vez que ella lo organizaba y parecía poner en marcha todo lo aprendido de Mikoto, así que se sintió un poco orgulloso al bajar, cerrándose el saco del traje. Entonces ella apareció, con dos mechones sostenidos por un moño rojo detrás de su cabeza, con un vestido rosa pálido femenino y unos zapatos de piso que le daban un aspecto sumamente jovial. De repente recordaba que ella tan solo tenía diecinueve años, y su corazón daba un vuelco al notar la inmensa belleza de la que era dueña.
—Todo luce de forma maravillosa —él interrumpió sus actos, haciéndola detenerse junto a la mesa, a un lado del que sería el asiento de su esposo—. Eso te incluye a ti, por supuesto —su halago provocó, de inmediato, que ella se sonrojara y desviara la mirada, intentando evitar el contacto visual.
—Gracias —dijo, apenada—. Aproveché todo lo que he ido aprendiendo de la señora Mikoto, y un poco de mi madre e Izumi —admitió, mirando a su alrededor, sin darse cuenta de que la mano masculina del mayor estaba alcanzando su rostro, lo que le hizo dar un respingo de sorpresa al sentir sus dedos sobre una de sus mejillas, mirándolo con total confusión. Aquello, a diferencia de todos los gestos previos, no serían tan placenteros para él.
—Me serviré un trago mientras esperamos —señaló, alejando su mano para que ella pudiera borrar el gesto de susto que había mostrado, pero, al mismo tiempo, también apartó un poco su buena intención, ocultándose detrás de la frivolidad que solía mostrar en público.

ESTÁS LEYENDO
1600 Primaveras para Hades
Fiksi PenggemarLos Dioses del Olimpo emprendieron una aventura saltando entre cuerpos humanos para aparecer en la tierra, al azar, como seres comunes y corrientes que traen grandes fortunas a las familias donde nacen. El único problema es que dejaron a alguien atr...