Capítulo Nueve: Meletea

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Al bajar del avión, en Tokyo, los padres de ambas familias estaban a la espera, junto al médico personal de Sasuke. Él había permanecido dormido todo el viaje, evitando con eso tener contacto con Sakura, mientras Itachi e Izumi se dedicaban a conocer a la nueva versión de su cuñada. Ella era la misma chica tierna, educada y sonriente que recordaban, pero le faltaba la incomodidad y el nerviosismo de los dieciocho años. Parecía más decidida, enfocada. Era como si hubiese madurado muchísimo en solo dos años, pero ese no era el caso. Por primera vez, los Uchiha iban a enfrentarse a la verdadera personalidad de heredera de Perséfone, una muchacha energética con una postura estricta que, al mismo tiempo, podía ser muy gentil. Les asombraba la forma tan clara en la que se comunicaba, lo directa que resultaba ser, las preguntas acertadas sin duda. El único momento en el que ella se mostró un poco tímida fue cuando notó que estaban comenzando a descender, moviendo de forma nerviosa sus manos y sus pies, algo ansiosa pues entendía que estaba a punto de reencontrarse con sus padres.

Sasuke fue el primero en bajar del avión, por sí mismo, lo que resultaba una sorpresa. Él ignoró por completo a sus padres y a sus suegros, deteniéndose a la espera de que el médico lo alcanzara para medir su presión, además no tenía buena cara. Después, Itachi ayudó a su mujer a bajar del avión con su enorme barriga y, apenas unos cuantos pasos detrás de ellos, Sakura caminó con sus botines camel y su atuendo casual, un aspecto con el que casi no se le veía en el pasado. El morocho miró a la familia de su esposa ponerse ansiosos, y como si necesitaran una señal, apenas ella pisó el suelo él hizo un gesto con la cabeza para que se sintieran libres de ponerse emocionales. Tanto Mebuki como Kizashi Haruno se abalanzaron sobre su única hija, tacleándola con ternura para sostenerla entre sus brazos y colmarla de miles de besos en el rostro y el cabello, algo que no solo la ruborizaría si no que la puso en una situación confusa. No se demoró en comprender que ellos probablemente fueran sus padres, que debió ser sumamente difícil para ellos, y antes de darse cuenta ella ya estaba llorando mientras se dejaba sostener por esos adultos tan amorosos. Pensó que era una mujer afortunada de que todas estas personas la estuvieran buscando, aunque no se explicó que tuvieran toda esta dificultad para encontrarla, y agradeció finalmente hacerlos felices con su presencia. Después de eso, ella fue arrastrada a la mansión Uchiha, donde le mostrarían la habitación femenina que se mantenía de la misma forma en la que ella la dejó.

—¿Qué decisión tomaron? —eventualmente, Sasuke se apartó con su madre.

—Ellos querían llevarse a Sakura... de algún modo, creo que siguen creyendo que fue tu culpa. Les expliqué tu decisión, el cómo quieres actuar con este tema, y la señora Mebuki está un poco sorprendida de que seas tan flexible con esta situación —respondió, Mikoto.

—Todos pensamos que lo más apropiado es que ella se recupere lejos de mí, así que deberían disponer todo para que vuelva a la casa de sus padres.

—Esa no fue la decisión que tomaron, Sasuke-sama —contestó, con calma, su madre—. Al final les conté que Deméter borró sus memorias —los ojos negros del menor miraron a la mujer fijamente, no del todo conforme con esa decisión—. Saben que no es su culpa que ella perdiera la memoria, aunque les sorprende que recurriera a esa persona.

—Si Sakura buscó a mi hermana, en primer lugar, fue a causa mía —suspiró—. Prefiero que se la lleven. Me encargaré de cubrir todos los gastos, como sea.

—Ellos quieren quedarse aquí, con ella.

—¿En la mansión Uchiha?

—Tienen una habitación propia, y todos podemos estar cerca si ella nos necesita. Creo que nuestra señora necesita una red de apoyo, mientras más grande, mejor —insistió—. Incluso nuestro señor podría volver a la casa de su clan... pasaría más tiempo con su esposa.

1600 Primaveras para HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora