Capítulo Veintiuno: Himeneo, patrón del matrimonio

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Sasuke había traído a Tsunade para que les ayudara con el asunto de Sakura, lo que significaba que la mujer pasara todo su día acompañándola. Al final, ella le ayudó un poco con sus clases y horas de estudio, pero por decreto del pelinegro se había decidido que ella siempre tuviera a un miembro del clan a su lado: Itachi, Izumi y Mikoto decidieron turnarse los días, incluso Sasuke. Deméter representaba a una amenaza ante los ojos de todos, y por más que ella pudiera servir para que los recuerdos de Sakura volvieran, no se fiaban de la mujer. Itachi se había quedado el primer día con el pretexto de ver cómo avanzaba el asunto con la rubia, y le llevó a casa después. Izumi apareció después, con el bebé, diciendo que necesitaba salir de la mansión para no volverse loca y que quería pasar algo de tiempo en su casa, viendo las remodelaciones y cuidando al bebé. Mikoto, por su parte, aprovechó un poco de tiempo libre con el pretexto de la cena de cumpleaños de Sasuke, y pasar tiempo de calidad con Sakura. Al final, resultaba complicado que ella pudiera ver a su novio, hasta un par de días antes de su cumpleaños.

—Está en todas partes —se quejó, mirándolo trabajar detrás de su escritorio—. Mi maestra me ayuda mucho con todo, pero estoy harta de verla.

—Bueno, es parte de tu tratamiento, y acordamos que lo llevarías en su totalidad —se encogió de hombros, revisando unos cuantos documentos y restándole importancia a las quejumbrosas palabras de la menor.

—Pero, ni siquiera hablamos tanto de eso. Prácticamente está aquí de vacaciones.

—Se supone que presiona interruptores de forma sutil, no se trata de que te ataque con algo intensivo. Dijo que primero debía evaluar tu situación conviviendo y mencionando temas que parecieran irrelevantes, como buscando puntos sensibles.

—De acuerdo, ahora voy a temer de todo lo que salga de mi boca —dijo, enfurruñada. Una sonora risa salió de los labios del mayor.

—Eres una niña —la acusó—. Solo sigue con lo tuyo, no importa.

—Pero, quiero un día libre, ¿sí? —él alzó una ceja, mirándola por encima de las hojas antes de apartarlas, sobre el escritorio—. Mañana, quiero ir de compras.

—Llévala contigo.

—No quiero. Además, es nuestra velada romántica, ¿recuerdas? Quiero buscar un bonito vestido, algunos accesorios, tu regalo... ella se dará cuenta, ¿entiendes?

—Estoy bastante seguro de que lo sabe —burló.

—Sasuke-kun, no quiero que ella me observe y analice mientras escojo cosas para ti —insistió, mirándolo con firmeza—. Por favor, solo un día, ¿quieres? —él suspiró.

—Al menos tomen el té juntas. Yo la traeré y, después de eso, podremos prepararnos para la noche.

—¿De verdad? —preguntó, con una enorme sonrisa.

—Sí, solo asegúrate de desocuparte luego de la hora de la comida —se encogió de hombros, volviendo a tomar los documentos en sus manos.

—Gracias —sonrió, mirándolo asentir, aunque volvía a concentrarse en sus documentos—. ¿Aún tienes mucho trabajo? Creí que la hora de oficina había terminado y ahora tendrías un poco de tiempo para mí.

—Pasé un rato con ustedes en la tarde, así que me faltó revisar esto.

—Haces demasiado —dijo, para ponerse de pie, rodeando el escritorio—. Ya es suficiente, te hará daño —decidió, tomando los papeles de su mano y sentándose sobre su regazo.

—Oye, estoy usando eso.

—Está bien, solo será un momento —murmuró, rodeándole con su brazo para atraerlo a sus labios, dándole breves y suaves ósculos—. Es mi medicina especial para estrés.

1600 Primaveras para HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora