Capítulo Dieciocho: Anteros

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Él volvía tarde y, como una mujer ansiosa, ella esperaba llena de preocupación. Sasuke le había prometido que no buscaría a otras mujeres, le había dicho que se controlaría y se quedaría con ella, pero se preguntaba si un hombre realmente podía cumplir ese tipo de promesas. Es decir, no podía culparlo por su infidelidad hacia su esposa, considerando que lo había abandonado por tanto tiempo y probablemente no lo quería. Además, ¿por qué tenía que escucharla a ella? No tenía idea de lo que significaba ser una mujer, o lo fuertes que podían ser las necesidades físicas, así que se quedó en su sitio, intentando contenerse, pero las horas habían pasado y ella simplemente seguía ahí, sentada y mirando a la puerta, fingiendo que leía con una lámpara a su lado. Tuvo que insistir para que los sirvientes se fueran a descansar, porque ella quería servirle la cena, pero había sido completamente en vano. Eran las once de la noche y ella seguía ahí, cazando la oportunidad, sintiendo que el corazón le explotaría de celos, pero la puerta se abrió y, junto con ella, ella se puso de pie tan rápido como pudo, obligando una sonrisa en sus labios como si se tratara de un perfecto estereotipo de esposa, y él entró distraído, tan solo para sorprenderse de encontrarla despierta.

—Sakura... creí que ya te habrías dormido.

—Bueno, no pensé que fueras a llegar tan tarde. Debes tener hambre —asumió, y él caminó lento hacia la sala—. Solo debo calentar tu cena, si puedes esperar unos minutos, sé que te gustará.

—Ya comí —afirmó, deteniéndose tras el sofá. Podía verlo en sus manos de dedos ansiosos, o los ojos que temblaban de una dolorosa curiosidad—. Estuve trabajando todo el tiempo, Sakura. No salí de la oficina, Itachi puede confirmártelo.

—¿Qué dices? Eso no es necesario —una risita nerviosa brotó de sus labios.

—Te dije que no vería a más mujeres —insistió, para poner su maletín sobre el sofá—. Sin embargo, no te llamé para avisarte que iba a venir tarde, y fue intencional.

—Ah... —él se mostraba taciturno, tan serio que, de algún modo, eso le asustaba. Creía que todo marcharía bien, pero ahora le aterraba que, a causa de sus celos, él decidiera rechazarla por completo—. ¿Hice algo malo?

—No creo que eso haya sido tu intención, pero me molestó —suspiró, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón—. ¿Cuándo hablaste con Naruto de mi divorcio?

—Oh —rayos, rayos, rayos—. Lo lamento... quizá hablé de más, no me di cuenta.

—Es un tema delicado para la familia, el que vaya a hacerlo deberá controlarse por Temari, así que es muy inapropiado que lo digas como si fuera cualquier cosa —se llevó los dedos al puente de la nariz, masajeándolo—. Te agradecería que te abstengas de hablar de mi matrimonio con otros, o de nosotros.

—Tienes razón —murmuró—. La verdad es que, quizá me dejé llevar porque siento que puedo confiar en él, no creí que fuera a decírselo a alguien más.

—Tocaste el tema con las señoritas Hyuga antes, pero no me tomé en serio su chismorreo. El asunto con Naruto es distinto, a él parece importarle —negó con la cabeza, frustrado—. Se trata de mi vida y de mi imperio, ¿sabes?

—No volverá a suceder.

—Por supuesto —bufó, amargo—. Como sea, me iré a dormir. Estoy muy cansado para seguir hablando de esto... tú deberías descansar, también.

—Sí, Sasuke-kun.

Capítulo Dieciocho: Anteros

Ella había estado muy callada. Después de unos días de básicamente acosarlo, tras el pequeño incidente que lo hizo confesar que no había querido verla por horas, ella parecía esconderse a la vista. Le enviaba mensajes mientras trabajaba para preguntarle si quería que le hiciera llegar la comida, le daba los buenos días, estaba ahí como de costumbre, pero no parecía ser la chica parlanchina a la que se había habituado. Se creyó un demente el primer día, así que lo dejó pasar, en parte porque seguía molesto y probablemente ella lo sentía. El segundo día se hizo más claro, pero lo tomó como una adecuada precaución. Llegado el tercer día, eso parecía imperdonable. Sakura se parecía más a la mujer con la que estaba casado que a la que chica a la que había encontrado en Yoshino, y eso era... horrible, ¿ella se sentía así durante todo su matrimonio? Pese a que después del desayuno se fue a trabajar y se esforzó por concentrarse en ello, la idea de que ella parecía un poco triste y comía menos le hizo volver a casa al medio día, sin avisar, pero ella estaba ocupada, estudiando en su habitación. Bueno, ¿desde cuándo un libro lo detenía?

1600 Primaveras para HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora