Una tarde, Valentina vino a mi casa y se presentó a mis padres.
¿Quién hacía cosas así?
—Soy Valentina Carvajal —dijo.
—Ella me enseñó a nadar —dije. No sé por qué, pero solo necesitaba confesarles ese hecho a mis padres. Y luego miré a mi mamá—. Tú dijiste no te ahogues... por lo que encontré a alguien que me ayudara a mantener esa promesa.
Mi papá miró a mi mamá. Creo que estaban sonriendo el uno al otro.
Sí, pensaban, finalmente ha encontrado una amiga.
Lo odié.Valentina le dio la mano a mi papá... luego le entregó un libro.
—Les traje un regalo —dijo.
Me quedé ahí y la observé.
Había visto el libro en la mesa de café en su casa. Era un libro de arte lleno del trabajo de artistas mexicanos.
Ella parecía tan mayor, no como una chica de quince años. De alguna manera, incluso su largo cabello sin cepillar la hacía parecer más mayor.
Mi papá sonrió mientras estudiaba el libro, pero luego dijo:
—Valentina, esto es muy generoso... pero no sé si puedo aceptarlo. —Mi papá sostuvo el libro cuidadosamente, temeroso de dañarlo.
Él y mi madre intercambiaron miradas. Mi mamá y papá hacían eso muy a menudo. Les gustaba hablar sin hablar.
Inventaba cosas sobre lo que se decían con esas miradas.
—Quería traer algo de Texas pero no tenía, este es sobre arte mexicano —dijo Valentina—. Así que tiene que tomarlo.
Casi podía ver su mente trabajando mientras pensaba en un argumento convincente. Un argumento convincente que fuera verdad.
—Mis padres no querían que viniera con las manos vacías. —Ella miró a mi papá muy seriamente—. Así que tiene que tomarlo.
Mi madre tomó el libro de las manos de mi padre y miró la portada.
—Es un hermoso libro. Gracias, Valentina.
—Debería agradecerle a mi papá. Fue su idea.
Mi padre sonrió. Esa era la segunda vez en menos de un minuto que mi padre sonreía. Esa no era una ocurrencia común. Papá no era muy sonriente.
—Agradécele a tu padre de mi parte, ¿sí, Valentina?
Mi padre tomó el libro y se sentó con este. Como si fuera algún tipo de tesoro. Verás, no entendía a mi papá. Nunca podía adivinar cómo reaccionaría a las cosas.
Nunca.
...
No hay nada en tu habitación.—Hay una cama, una radio-reloj, una mecedora, una estantería, algunos libros. Eso no es nada.
—Nada en las paredes.
—Quité los pósteres.
—¿Por qué?
—No me gustaban.
—Eres como una monja.
—Sí. Juliana la monja.
—¿No tienes pasatiempos?
—Claro. Observar las paredes vacías.
—Tal vez serás una sacerdotiza.
—Tienes que creer en Dios para ser una sacerdotiza.
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Val, Juls Y los Secretos del Universo | Juliantina |
FanfictionValentina sabe nadar. Juliana, no. Valentina es habladora y segura de sí misma. Juliana duda todo el tiempo y le cuesta entablar una conversación con alguien. Valentina no para de pensar en poesía y arte. Juliana vuelve constantemente al recuerdo...