Capítulo 20

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—¿Haces cosas para romper el hielo con tus estudiantes en el primer día de clases?

—Por supuesto.

—¿Por qué? 

—Me gusta conocer a mis estudiantes.

—¿Para qué?

—Porque soy una profesora.

—A ti te pagan para enseñar sobre el gobierno. La primera, segunda y tercera enmienda de la Constitución. Cosas como esas. ¿Por qué no te sumerges derecho en el tema?

—Le enseño a los estudiantes. Los estudiantes son personas, Juli.

—No somos tan interesantes.

—Eres más interesante de lo que crees.

—Eso es muy difícil.

—Eso es parte de tu encanto. —Tenía una mirada interesante en su cara. Reconocía esa mirada.

Mi mamá, ella a veces residía en el espacio entre la ironía y la sinceridad. Eso era parte de su encanto.




***

Mi segundo día de clases. Normal. Excepto por que después de la escuela mientras esperaba a mi madre, esta chica, Taylor, se acercó a mí. Sacó un marcador y escribió su nombre en uno de mis yesos.

Me miró a los ojos. Quería mirar hacia otro lado. Pero no lo hice.

Sus ojos eran como el cielo de la noche en el desierto. Se sentía como si hubiera un mundo viviendo en su interior. Yo no sabía nada de ese mundo.




***

Una camioneta Chevy de 1957, color rojo cereza con defensas cromadas, guardabarros cromado y llantas de cara blanca. Era la camioneta más hermosa en el mundo. Y era mía.

Recuerdo haber mirado a los claros ojos de mi papá y susurrar:

—Gracias.

Me sentí estúpida e inadecuada y lo abracé. Poco convincente. Pero era en serio, tanto las gracias como el abrazo. Era en serio.

Una camioneta real. Una camioneta para Juli.

Lo que no tenía: una foto de mi hermano en una de las paredes de nuestra casa. No puedes tenerlo todo.

Me senté en la camioneta y tuve que forzarme para unirme a la fiesta. Odiaba las fiestas, incluso las que se daban en mi honor. Justo en ese momento me hubiera gustado tomar la camioneta y salir a la carretera, con mi hermano sentado a mi lado. Y también Valentina. Esa hubiera sido fiesta suficiente para mí.

Supongo que sí extrañaba a Valentina, aun cuando trataba de no pensar en ella. El problema de tratar de no pensar mucho en algo era que incluso pensabas más sobre eso.

Valentina.

Por alguna razón pensé en Taylor.



***

Todos los días, me levantaba temprano y renqueando hasta mi camioneta, la cual estaba estacionada en la cochera. La retrocedía al camino de la entrada. Había todo un mundo esperando ser descubierto en una camioneta. Estar sentada en el asiento del conductor hacía que todo pareciera posible.

Era extraño sentir esos momentos de optimismo. Hermoso y extraño. Escuchar la radio y solo estar sentada ahí era mi visión de orar.

Mi mamá vino una mañana y me tomó una foto.

—¿A dónde vas a ir? —me preguntó.

—A la escuela —contesté.

—No —dijo—. Eso no es a lo que me refería. La primera vez que logres manejar esa cosa, ¿dónde la llevarás?

Val, Juls Y los Secretos del Universo | Juliantina |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora