Capítulo 24

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Tuve que sacar a mi mamá para un viaje en camioneta antes de que me dejara salir por mi cuenta.

—Manejas un poco rápido —me dijo.  

—Tengo dieciséis —dije.

—Si sospecho que has tomado un trago de alcohol y conducido esta camioneta, la voy a vender.

Por alguna razón eso me hizo sonreír.

—Eso no es justo. ¿Por qué tengo que pagar por el hecho de que tengas una mente sospechosa? Como si fuera esa mi culpa?

Ella solo me miró.

—Los fascistas son así.

Ambas nos sonreímos.

—No manejes y no tomes.

—¿Qué hay acerca de tomar y caminar?

—Tampoco nada de eso.

—Supongo que lo sabía.

—Solo me aseguro.

—No te tengo miedo, mamá. Solo para que lo sepas.

Eso la hizo reír.

Entonces mi vida era más o menos sencilla. Recibía cartas de Valentina y no siempre las respondía. Ella aún estaba experimentando besando chicos aun cuando dijo que prefería estar besando chicas. Eso es exactamente lo que dijo. No sabía qué pensar exactamente de eso, pero Val era Val y si yo iba a ser su amiga tendría que aprender a estar bien con eso. Y, debido a que ella estaba en Chicago y yo en los Ángeles, era fácil estar bien con eso.

La vida de Valentina era más complicada que la mía, al menos en lo que respecta a besar chicos y chicas. Por otro lado ella no tenía que andarse preguntando por un hermano que estaba en prisión, un hermano el cual sus padres pretendían que no existía.

Pienso que trataba de hacer mi vida sencilla porque todo dentro de mí se sentía muy confuso. Y tenía las pesadillas para probarlo.

Una noche soñé que no tenía piernas. Simplemente se fueron. Y no podía salir de la cama. Desperté gritando.

Mi papá vino a mi cuarto y me susurró:

—Es solo un sueño, Juliana. Solo un mal sueño.

—Sí —susurré—, solo un mal sueño.

Pero sabes, estaba acostumbrada en cierta manera, a las pesadillas.

Pero, ¿por qué es que algunas personas no recuerdan sus sueños? Y, ¿por qué no era yo una de ellas?

***

Querida Val,

¡Tengo mi licencia! Llevé a mi papá y mi mamá a dar una vuelta. Los conduje hasta un restaurante mexicano. Almorzamos, conduje de regreso a casa y creo que aprobaron más o menos mi forma de conducir. Pero la mejor parte fue esta: salí en la noche, manejé en el desierto y aparqué. Escuché la radio, me tiré en la parte de atrás de la camioneta y miré todas las estrellas. Sin contaminación lumínica, Val. Fue realmente hermoso.

Juls.

***

Una noche, mis padres salieron a un baile de bodas. Mexicanos. Aman los bailes de bodas. Querían arrastrarme con ellos pero les dije: no, gracias. Ver a mis papás bailar música tex-mex era mi idea del infierno. Les dije que estaba cansada de estar volteando hamburguesas todo el día y que me quedaría en casa a relajarme y descansar.

Val, Juls Y los Secretos del Universo | Juliantina |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora