Capítulo 16

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Era solo mi suerte que mi madre entrara en la habitación al mismo tiempo en que el cuaderno de dibujo de Valentina golpeó la pared.

—¿Quieres decirme de qué se trata eso? 

Negué con la cabeza.

Mi madre cogió el cuaderno de dibujo. Ella se sentó. Iba a abrirlo.

—No hagas eso —le dije.

—¿Qué?

—No lo mires.

—¿Por qué?

—A Valentina no le gusta que la gente mire sus bocetos.

—¿Solo tú?

—Supongo que sí.

—Entonces, ¿por qué lo lanzaste por la habitación?

—No lo sé.

—Sé que no quieres hablar de esto, Juli, pero yo creo...

—No quiero saber lo que piensas, mamá. Es solo que no quiero hablar.

—No es bueno para ti mantener todo en tu interior. Sé que esto es duro. Y los próximos dos o tres meses, más o menos, van a ser muy difíciles. Mantener todo enfrascado dentro de ti no te va a ayudar a  sanar.

—Bueno, tal vez tendrás que llevarme a ver algún psicólogo y hacer que hable de mis problemas.

—Reconozco el sarcasmo cuando lo oigo. Y no creo que un terapeuta sea una mala idea.

—¿Tú y la señora Carvajal están haciendo acuerdos a puerta cerrada?

—Eres un chica sabia.

Cerré los ojos y los abrí.

—Voy a hacer un trato contigo, mamá. —Casi podía saborear la ira en mi lengua. Lo juro—. Me hablas de mi hermano y hablaré de lo que siento.

Vi la expresión en su rostro. Ella lucía sorprendida y herida. Y enojada.

—Tu hermano no tiene nada que ver con nada de esto.

—¿Crees que tú y papá son los únicos que pueden mantener las cosas dentro? Papá mantiene toda una guerra dentro de él. También puedo mantener las cosas en el interior.

—Una cosa no tiene nada que ver con la otra.

—No es así como yo lo veo. Tú vas a un consejero. Papá va a un consejero. Y tal vez después de eso, yo vaya a un consejero.

—Voy a tomar una taza de café —dijo.

—Tómate tu tiempo. —Cerré los ojos. Supongo que iba a ser mi nueva cosa. No podía exactamente salir hecha una furia. Solo tendría que cerrar los ojos y dejar afuera al universo.

...


Mi papá me visitó cada noche.

Quería que se fuera.

Él trató de hablar conmigo, pero no estaba funcionando. Él solamente se sentaba allí. Eso me volvía loca. Tengo esa idea en mi cabeza.

—Valentina dejó dos libros —le dije—. ¿Cuál te quieres leer? Leeré el otro.

Él eligió Guerra y la Paz.
Las Viñas de la Ira estaban bien para mí.

No fue tan malo, yo y mi padre sentado en una sala de hospital. Leyendo.

Mis piernas me picaban como locas. A veces, solo quiero respirar.

La lectura ayudó. Sentía que mi padre me estudiaba. Me preguntó si yo todavía tenía sueños.

Val, Juls Y los Secretos del Universo | Juliantina |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora