Odiaba estar viviendo en la pequeña y claustrofóbica atmósfera de la casa. Ya no se sentía como un hogar. Me sentía como una invitada indeseada.
Odiaba estar esperando todo el tiempo.
Odiaba que mis papás tuvieran tanta paciencia conmigo. Ellos no hacían nada malo. Solo trataban de ayudarme. Pero los odiaba. Y también odiaba a Valentina.
Y me odiaba a mí misma por odiarlos a ellos. Así que ahí estaba, mi propio círculo vicioso. Mi universo propio de odio. Pensé que nunca acabaría. Pensé que mi vida nunca iba a componerse. Pero estaba mejor con mis nuevos yesos. Podía doblar mis rodillas. Usé a Fidel por otra semana. Después el yeso de mi brazo me lo quitaron y entonces podía utilizar mis muletas. Le pedí a mi papá si podía llevar a Fidel al sótano para así nunca más tener que ver esa estúpida silla de ruedas.
Con el uso completo de mis manos, me podía bañar yo misma. Saqué mi diario y esto es lo que escribí: ¡TOMÉ UNA DUCHA!
Estaba casi contenta. Yo, Juli, casi contenta.
—Tu sonrisa regresó. —Eso es lo que dijo Valentina.
—Las sonrisas son así, vienen y van.
Mi brazo estaba adolorido. El terapeuta físico me dio unos ejercicios.
Mírame, puedo mover mi brazo. Mírame.
Me desperté un día, fui hacia el baño y me quedé mirándome al espejo. ¿Quién eres? Me fui hacia la cocina. Mi mamá estaba ahí, tomando una taza de café y revisando sus planes para las lecciones del siguiente año escolar.
—¿Planificando para el futuro, mamá?
—Me gusta estar preparada.
Me senté frente a ella.
—Eres una buena chica exploradora.
—Odias eso de mí, ¿no es cierto?
—¿Por qué dices eso?
—Odiabas todas esas cosas, todo eso de las exploradoras.
—Papá me hizo ir.
—¿Estás lista para regresar a la escuela?
Levanté mis muletas.
—Sí, tendré que llevar pantalones cortos todos los días.
Me sirvió una taza de café y peinó mi cabello con sus dedos.
Tomamos café juntas, mi mamá y yo. No hablamos mucho. Mayormente la vi repasar sus archivos. La luz de la mañana siempre
venía a través de la cocina. Y solo entonces ella se veía joven. Pensé que realmente era hermosa. Ella era hermosa. La envidiaba. Ella siempre supo exactamente quién era. Quería preguntarle, ¿mamá, cuándo sabré quién soy? Pero no lo hice.
Mis muletas y yo regresamos a mi cuarto y saqué mi diario. He estado evitando escribir en él. Creo que estaba asustada de que toda mi rabia se derramara por las páginas. Y simplemente no quería mirar toda esa rabia. Era una diferente especie de dolor.
Un dolor que no podía soportar. Trataba de no pensar. Solo empecé a escribir:
—La escuela comienza en cinco días. Último año. Supongo que tendré que ir en muletas. Todo el mundo se dará cuenta. Mierda.
>Me veo a mí misma manejando sobre un camino desierto en una camioneta, sin nadie alrededor. Estoy escuchando a Los Lobos. Me veo tirado al ritmo de mi hermosa camioneta, viendo hacia las estrellas. Sin contaminación lumínica.
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Val, Juls Y los Secretos del Universo | Juliantina |
FanfictionValentina sabe nadar. Juliana, no. Valentina es habladora y segura de sí misma. Juliana duda todo el tiempo y le cuesta entablar una conversación con alguien. Valentina no para de pensar en poesía y arte. Juliana vuelve constantemente al recuerdo...