Capítulo 15

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Recibí una llamada de Valentina.

—Lamento no haber ido a verte —dijo.

—Está bien —le dije—. Realmente no estoy de humor para hablar con la gente.

—Yo tampoco —dijo—. ¿Mi mamá y papá te extenuaron?

—No. Ellos son agradables.

—Mi mamá dice que tengo que ir a un terapeuta.

—Sí, ella me dijo algo como eso.

—¿Vas a ir?

—Yo no voy a ninguna parte.

—Tu mamá y mi mamá, ellas hablaron.

—Apuesto a que sí. ¿Así que vas a ir?

—Cuando mamá piensa que algo es una buena idea, no hay escapatoria. Lo mejor es seguir la corriente.

Eso me hizo reír. Quería preguntarle qué le diría al psicólogo. Pero no creía que realmente quisiera saber.

—¿Cómo está tu cara? —pregunté.

—Me gusta mirarla fijamente.

—Eres muy rara. Tal vez sea una buena idea para que veas a un consejero.

Me gustó oírle reír. Hacía que las cosas parecieran normales. Una parte de mí pensaba que las cosas nunca volverían a ser normales.

—¿Todavía duele mucho, Juls?

—No lo sé. Es como si mis piernas se adueñaran de mí. No puedo pensar en otra cosa. Solo quiero arrancarme el yeso y, no lo sé.

—Todo es mi culpa. —Odiaba esa cosa en su voz.

—Escucha —le dije—. ¿Podemos tener algunas reglas aquí?

—¿Reglas? ¿Más reglas? ¿Te refieres a la regla de no llorar?

—Exactamente.

—¿De casualidad te quitaron la morfina?

—Sí.

—Solo estás de mal humor.

—Esto no es acerca de mi estado de ánimo. Se trata de las reglas. No sé cuál es el gran problema, tú amas las reglas.

—Odio las reglas. Me gusta romperlas en su mayoría.

—No, Val, te gusta hacer tus propias reglas. Siempre y cuando sean tuyas y te gusten.

—Oh, ¿así que ahora me estás analizando?

—Ves, no tienes que ir a un consejero. Me tienes a mí.

—Le diré a mi mamá.

—Quiero saber que dice. —Creo que las dos estábamos sonriendo—. Mira, Val, solo quiero decir que tenemos que tener algunas reglas aquí.

—¿Reglas Post-op*?

—Puedes llamarlas así, si quieres.

—Muy bien, ¿cuáles son las reglas?

—Regla número uno: no vamos a hablar sobre el accidente. Nunca. Regla número dos: deja de decir gracias. Regla número tres: todo esto no es tu culpa. Regla número cuatro: vamos a seguir adelante.

—No estoy segura de que me gusten las reglas, Juls.

—Llévalo con tu psicólogo. Pero esas son las reglas.

—Suenas como si estuvieras enojada.

—No estoy enojada.

Me di cuenta de que Valentina estaba pensando. Ella sabía que yo hablaba en serio.

Val, Juls Y los Secretos del Universo | Juliantina |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora