VII: Par de soñadores

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Las grandes maravillas que luego como seres vivos en el planeta logramos obtener es el enamoramiento por una alma que nos haya agradado o hayamos encontrado el gusto de encariñarse de él. El físico no lo habla, lo que tiene en su Interior es una de las respuestas más indiscutibles que se puede conseguir.

Dolly lo interpreta de esa manera, dejando en dudas esa respuesta en poder obtenerla: ¿Qué es lo que más siente al estar a lado de su hermanastro Dylan? Ni con las cosas rodeando en su mente dejaban concentrar para encontrar su respuesta alternativa.

Despertó después de horas de descanso nocturno, siendo abrigada y acurrucada con el abrazo de Dylan. Se sonrojó al verlo dormir detrás de ella. Mostrando una sonrisa de lo adorable que se veía. Era exactamente las seis de la mañana. La razón de su desvelo era por el molesto síntoma estomacal de no alimentarse. Rugía con intensidad, siéndole insoportable.

Se levantó de la cama sin hacer la intención de despertar a Dylan, zafándose del abrazo que la acurrucaba. Dando pasos ligeros en las losas de madera que conforman la casa del árbol. Bajando por las escaleras que rodeaban el árbol: como forma de caracol.

Se dirigió a la cocina sin decir una palabra de su hermanastro. Se dispuso a servir el desayuno por causa de su desvelo. Bostezando cada diez minutos, estaba cansada, el cuerpo no le brindaba fuerza suficiente. Notó que su pata herida ya no le causaba una molestia de dolor: estaba curada después de días con ese problema que le provocaba aburrimiento cada día. Pero las noches se reponía con las pláticas con Dylan.

Tomando la molestia, sirvió los tazones suficientes para toda la familia dálmata. Quedando exhausta a pesar de ser de día. Se acomodó en el sofá a descansar, pero el insomnio le ganó, quedando profundamente dormida. Que a pocos segundos, abrió el hocico dejando caer la lengua a un lado de la mandíbula, tocando el cojín del sofá. Soltando ronquidos con un tono ahogado, sin provocar molestias.

A unos minutos, Dylan despierta de su cama de la casa del árbol. Se percató que no se encontraba presente el cuerpo de su hermana Dolly, a lo que lo titubeó un poco. El motivo de su intriga era que para ella no era de levantarse a horas tempranas del día. Pero decidió salir de dudas y bajar a preparar el desayuno.

Pero al entrar al comedor, además de ser puntual, visualizó que todo ya está preparado para el desayuno. A lo que lo dejó atónito definitivamente. ¿Quién habrá sido? La pregunta se reiteraba cada segundo en la cabeza del cachorro.

Se dirigió a la sala del hogar, donde por alegría encontró a Dolly, durmiendo. Hizo que esbozara una sonrisa en su rostro al ver la dulzura de la forma que dormía su hermanastra. Tanto que no decidió despertarla, dejándola descansar pacíficamente. Salió de la sala y fue a la cocina a preparar lo que hacía falta.

La familia dálmata despertó y se dirigió al comedor, a desayunar después de horas de descanso. Comieron tranquilos, pero la ausencia de Dolly intrigaba a los padres. Preguntando a su hijo Dylan que es más cercano a ella.

-Ella está bien -contestó él-, solo que aún está durmiendo. Tuvo una larga noche.

-Está bien, Dylan. Solo que no la dejes dormir de más que ya empezó el día. Y saben bien que la hora de la sienta es para que se repongan -dijo Doug, el padre de la familia, con entusiasmo.

-¡Qué gracioso eres, Doug! -comentó Delilah soltando una pequeña carcajada.

En minutos terminaron su desayuno, a lo que los padres empezarían a salir del hogar para comenzar su jornada de trabajo. Los cachorros se despidieron de ellos con un abrazo, quedando una pila enorme de cachorros.

Dylan intentó despertar a Dolly, a lo que logró despertarla. Pero parecía de mal humor. Dylan se disculpó, siendo aceptada. La cachorra se levantó después de un descanso de pocos minutos.

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