XXVI: De pie

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—Sí... soy yo...

Sus ojos no podían creer lo que estaba observando en frente de esa multitud de aficionados en las gradas. Mentalmente lo vio con un resplandor alrededor de él como un ángel descendiendo del cielo. Era su amado dálmata que la llamó, ese can que tanto amaba por fin regresó de su misión al planeta rojo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas por la alegría de volverlo a ver después de semanas difíciles con su ausencia. Estaba muy contenta al ver que regresó en el momento indicado, colándose en la multitud que la apoyaban.

Con dolor muscular y ánimo, se levantó del suelo con cansancio y jadeando. Estaba feliz por aquella imagen que la levantó.

—¡Es increíble...! —dijo la dálmata a jadeos y con felicidad—. ¡Regresaste!

—¿Pensabas que no asistiría a este evento tan importante de mi amada novia? Estás equivocada, Dolly —le respondió con una sonrisa que esbozó de su rostro.

—No sabes... la alegría que me da volver a verte...

—Y a mí también... —toma una corta pausa sin dejar de mirarla a los ojos—. Debes continuar.

—No sé vencerlo... es más habilidoso que yo... ¡Me arrastrará sin piedad! —pronosticó con angustia.

—Se puede cambiar la página del libro. Si le das ahínco a esto, serás respetada por todos nosotros, hasta por tu mayor enemigo —señala a Hansel, que seguía reconociendo su victoria con sus aficionados.

—Dylan...

—Amor —interrumpió el cachorro a la hembra—, alguien me dijo que para lograr lo que anhelas, hay que pelear. Sin importar el obstáculo, el objetivo es nunca rendirte. Acuérdate de esas palabras que salieron de tu bella voz... —le vuelve a sonreír pero con la intención de darle confianza—. ¿O qué haría la verdadera Dolly ahora? ¿Rendirse? No lo creo...

Las palabras de Dylan entró en lo más profundo de ella. Intentando recuperar esa energía, esa fuerza, esa motivación de seguir adelante con el evento.

Mira a su oponente, que este ha volteado a verla con una mirada de retándola a seguir. A lo que ella no dejó que la cobardía se adueñara de su cuerpo y se puso de pie para seguir.

—No permitiré una derrota más... —pensó con seriedad y compromiso—. No contigo...

Los jueces vieron el comportamiento estable de la dálmata, a lo que tomaron la decisión de continuar con la final de la competencia. A lo que para Hansel, no lo tomó como sorpresa. Es más, soltó una carcajada mientras aplaudía con sarcasmo.

—¿En serio no piensas rendirte? —pregunta irónicamente el husky mientras la miraba.

—No en frente de ti... —responde con seriedad y se regresa a su punto de inicio.

Estando en su punto de inicio, visualizaba a todos los aficionados en las gradas del lugar. Destellos de las cámaras también parpadeaban sobre su alrededor, esas voces de ánimo que se alimentaba y, sobre todo, ver a su amado dálmata a primera fila y con una sonrisa en su rostro.

Al sonar la campana, ambos canes empezaron a hacer los mejores movimientos que conocían y podrían sorprender a los jueces. El punto decisivo estaba en juego, el título estaba más cerca de lo pensado.

Hansel no dejaría que ella tomara la ventaja, así que tomó una decisión que arrebataría su ventaja. Se acerca a ella, hasta estar a su lado, y en momentos consecutivos, intentaba empujarla de su skateboard para hacerla lastimarla de nuevo. Y sí, a propósito.

Un porcentaje bajo de la multitud, observó esos inconvenientes y guitaron de las actos tramposos que hacía el husky para hacer perder a la dálmata. Pero nadie estaba siendo escuchado. Hasta la familia dálmata protestó.

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