XV: Felicidad sin soñar

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Parecía que Dolly estaba recostada en las esponjosas nubes blancas del resplandeciente cielo azul. Mirando cada nube que cada sueño parecía ser cumplido con la suerte a su favor. Sonreía de la alegría, lagrimeaba de la felicidad y miraba como todo estaba llena de maravillas.

Cuando miró a Dylan, directamente a los ojos, pudo ver ese brillo. Como el de un día primaveral en medio de un bosque. Mirar como estaban siendo iluminados con el fulgor del Sol y la hoguera del amor ardiendo en su vigor. Con deseo de poder tomar esos ojos y tenerlos como reconocimiento a que su sueño estaba siendo real.

Estuvieron disfrutando la cena. Las trillizas estuvieron en las escaleras que conducen a la azotea. No querían que alguien interviniera en su hermosa velada de los cachorros jóvenes.

Los abrazos les producía calor, las caricias deseo y los besos ese anhelo amoroso. Era un momento emotivo para comenzar su noviazgo. Sin dejar guiarse por el camino del placer.

Delilah se enteró de la velada que organizó el cachorro Dylan. La cara de asombro por ver a su hijo tan romántico y valeroso que es. Hasta ver que ambos compartían el mismo sentimiento por medio de un abrazo amoroso. Además de incluir un ósculo en el momento.

Era como un invierno sin infiltración de una baja temperatura en el hogar. Su única calefacción era el amor en sus corazones. Tan unidos y muy correspondidos para la nueva pareja de dálmatas.

A la mañana siguiente, Dolly fue la primera en despertar. ¿Era un sueño lo que estaba viendo? Sonrió al sentir que era real lo que observaba. Despierta con ojos alumbrados de maravilla por ver que está acostada con el amor de su vida. Extendiendo su pata delantera izquierda a la espalda de Dylan. Símbolo de un abrazo. Además de la sonrisa del cachorro que resplandecía como un amanecer en pleno campo. Con la brisa pegando en su pelaje y sus orejas ondear con el viento.

Le dio una lamida en la nariz de su nuevo enamorado. Se levantó sin intentar despertarlo. Lo logró, y bajó por las escaleras del hogar.

Escuchaba el canto de las aves como cada mañana. Ver cómo entraba la luz natural del amanecer, los pasillos brillando por los rayos de la estrella solar y olfatear el olor a violetas de un aromatizante con aroma artificial de la misma flor.

 Se asomó enfrente de una ventana. Quería visualizar la actividad humana con el amanecer debajo de la ciudad. Los automóviles pasaban de forma ordinaria, la gente caminaba sosegadamente y se escuchaba a las personas hablar o la campanilla de la bicicleta. Ring, Ring; como la entrada de una llamada telefónica en un teléfono antiguo.

Observaba la actividad ordinaria de la ciudad; esbozando una sonrisa en su rostro. Hasta que sintió que alguien tocaba su suave pelaje. Sintió suaves caricias en su espalda y en los costados de su torso. Alguien había recargado su mandíbula en el hombro derecho de la cachorra. También sintió el palpitar del corazón del sujeto que la estaba atando en una expresión de alegría. Era Dylan la que estaba abrazando desde la espalda. Se dan un beso al final. Como un saludo de «Buenos días, amor». Sonriendo al final.

—¿Y cómo amaneció mi linda estrella? —dijo Dylan al darle suaves y delicadas caricias en la mejilla izquierda de la cachorra.

—Excelente, cariño. ¿Y tú, mi perro estrella?

—Al dormir a tu lado, nunca pude estar mejor. No puedo creer que este desea se ha hecho realidad.

—No eres el único soñador aquí —repuso ella—. Yo te anhelé mucho, Dylan. Y ahora te amaré por siempre.

—Yo igual, Dolly —sonrió él.

Cuando todos estaba desayunando en la sala, Delilah pudo ver cómo el par de tórtolos estaban disfrutando momentos juntos. Desde risas hasta pláticas largas. Cuando ellos estaban en darse un beso, ella rápidamente fingió una tos seca. Suficiente como para llamar la atención para ambos. Solo respondieron con el sonrojo en sus mejillas. ¡Qué vergüenza de veras!

Dolly decidió un pequeño paseo por el parque. Fue con la compañía de Dylan. Se fueron en el skateboard de la cachorra. En el medio del camino, Dylan se veía muy alterado, paranoico por el sentimiento de que se caerá de la patineta. «Tranquilo —dijo Dolly—, conmigo estás seguro. Solo sujétate bien». Él obedeció a ella y se sujetó lo mejor posible.

Cuando llegaron al parque, Dylan parecía un gato callejero: garras largas, pelo de punta, ojos grandes y las orejas tiesas. Apenas tocaba el suelo y empezaba a temblar del pánico. La velocidad nunca fue lo suyo. La adrenalina en su cuerpo no está acostumbrado en él.

—Vamos, cariño —dijo Dolly—, no pasa nada. Ya llegamos aquí.

—¡Qué horror! Deberías tener más cuidado.

—Te acostumbrarás con el tiempo. Solo toma un poco de paciencia.

—¡Ay, perro santo! Líbrame de esa pesadilla —rogó al cielo.

Cuando entraron, vieron a Roxy en una banqueta cerca de los árboles de arándanos rojos. La rottweiler, al ver que su amiga estaba acompañada con Dylan, supuso que ahora ya eran pareja. Al principio sintió celos. ¿Cómo alguien como Dolly lograría a tener a alguien como Dylan de pareja? Al principio... absurdo, pero primordialmente bello.

—Veo que por fin tu corazón tuvo el valor de decir lo tanto que lo amas —replicó Roxy. Dirigiéndose a su amiga.

—No solo ella —intervino Dylan en su conversación—, desde un principio también sentía algo por ella. Es que es muy bella y tiene una actitud que me cautivó. No sé cómo le hizo, pero nunca pude tener a una hembra tan hermosa como ella —Dolly se halagó. Que, como muestra de reconocimiento, le da un merecido abrazo y un beso amoroso. Nuevamente sintió celos la rottweiler. ¡Qué presumidos!—. Estoy completamente feliz de ser su pareja.

—Yo igual. No podría pedir otra cosa mejor que estar a su lado —agregó Dolly.

—Los felicito a ambos —dijo Roxy con seriedad. Los celos no la dejaban sonreír—. Espero que su relación sea muy satisfactorio para ambos.

—Gracias —respondieron el par de tórtolos.

Pasearon por el perímetro Interior del parque. Por una venera que pasaba en los pequeños arbustos con flores primaverales. Era bello pasar por ese camino, más cuando se miraban a los ojos. Que reflejaban un bello paisaje en medio de un bosque con árboles arce. Con las hojas amarillentas caer al suelo como lluvia de baja precipitación. Los besos no faltaban en ese momento.

Al principio se sintió algo exagerado, pero deben admitirlo. El amor que tanto se sentían era tan grande que esperaban ese momento de poder contárselo. En el momento preciso e inolvidable. La cena era suficiente para revelar ese secreto que estuvo clandestino por varios años. Qué alegría es ver a ese par de soñadores ver que su amor es completamente real.

—Hace años, desde que te conocí, siempre he querido saber cómo se sentían esos bellos labios que resplandecían con esa hermosa sonrisa que tienes —deleitó Dylan al verla a los ojos.

—Qué romántico eres, Dylan —halagó con un sonrojo en sus mejillas—. Yo también he querido saber cómo se sienten esos labios tan suaves que tienes —repuso con una mirada picada.

—Apenas llevamos horas y veo que nuestra relación es perfecta —sonrió. Pero en unos segundos vio que Dolly dejó de esbozar ella sonrisa que tanto cautivaba—. Querida, ¿qué pasa?

—No, nada. Es que veo que esto es apenas el comienzo. ¿Pero qué sucederá después? ¿Esto solamente será pasajero o este amor que sentimos será eterno?

—Oye, ¿desconfías que te dé el amor suficiente como para que seas feliz cada día de tu vida? Lo haría todo el tiempo, mi vida. Yo quiero entregarte mi corazón, mi felicidad, mis ganas de vivir a tu lado, mi cariño y amor. Todo sea para que no te falte nada. Lo que más me importa es que vivas feliz —le sonríe para mostrar confianza.

Ahora sabía que no faltaría nada más que pueda hacerla feliz. Estar con Dylan era su único metabolismo para vivir. Su amor y su felicidad. Lo abrazó con las lágrimas de alegría. Al final, se dieron un ósculo. En medio del escenario imaginario que se crearon. Dejando un resplandeciente momento de pareja.

Mientras en el hogar, el cachorro científico de la casa daba vueltas en el sótano. Intentando encontrar la ideología de poder conquistar a la persona que tanto amaba.

—Si Dylan pudo con Dolly, yo también puedo mostrar lo que siento por ella. Solo que por ahora necesito tiempo para pensarlo —disputó con coraje. Estaba dispuesto a luchar por ser correspondido con la cachorra que tanto adora.

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