IX: Bella estrella

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Los días parecían eternos para la cachorra dálmata. Estaba completamente indagada de saber que es lo que siente Dylan de ella. «Tal vez no le gusto como soy —pensó—, creo que no soy lo suficientemente bella o sincera con él. ¿Qué es lo que estoy haciendo mal?».

Pasaron tres días después de la discusión con su hermana la pintora. Estaba buscando una nueva estrategia para que él caiga en sus encantos. Pero pensó que, si le insistía mucho o fuera una molestia para él, nunca le volvería a hablar y se apartaría de la cachorra. La ponía más intrigante y desesperante esos pensamientos.

Da Vinci siempre decía: «toma las cosas con tiempo. Las cosas son mejores si son de largo plazo». Lo que tenía planeado para el largo plazo era casarse con Dylan y tener una hermosa familia. Deseándole en las mañanas que le vaya espectacular, y darle el mayor cariño que le puede dar por amor.

Un día, siendo sábado, decidió reunirse con Dylan en pleno día en el parque. Platicaron durante minutos, pero cada palabra que soltaba el cachorro no significaba nada para ella de que tenía un sentimiento a ella. Estaba perdiendo las esperanzas.

—Últimamente te he visto muy interesada o algo anormal en ti —comentó Dylan a ella—. Puedo saber qué es lo que hizo cambiar.

—Es que si lo digo, ya no me volverías a hablar —respondió desanimada.

—Oye, yo te puedo ayudar. No es necesario que me lo ocultes. Adelante, cuéntame.

—Por favor, Dylan. Es algo personal que debo solucionar.

Salió huyendo, apartándose de él corriendo. Eso desanimó al dálmata mayor, preocupándose por ella. Quiso seguirla a inquirir, pero sería una molestia y perdida de tiempo para Dolly.

Pasan otros dos días, y la situación sigue igual. Nada que interponga en el nuevo comportamiento de Dolly. Muchos decidieron ayudarla, pero ella misma decidió rechazar esas muestras de generosidad de su familia.

Hasta su madre quiso hablar con ella, pero solo tuvo que caer en mentiras para mantener su sueño en clandestino. Diciendo que Hansel ya no le presta atención. Su madre solo aconseja «si quieres buscar el can perfecto, debes saber quién es el que te entienda y pueda entregarte el corazón». Eso hizo pensar en Dylan. Él es todo para ella.

Hasta que en una mañana decidió hacer un cambio. Dejó de pensar en lo mismo y solo pensó en la única alternativa que le quedaba: ser ella misma. Bajó deslizándose por el barandal, quiso hacer algo entretenido poniéndose en riesgo, salió al parque a entrenar con su skateboard y salió a ver a sus amigas: Roxy y Snowball.

Siguió siendo ella misma, pero a Dylan seguía con la misma duda. Dejó apartarlo a un lado y a dedicarse a cuidar a sus hermanos de cualquier peligro.

En la noche, Dylan y Dolly se quedaron en la casa del árbol. Se quedaron hablando en el tejado de la misma, contemplando las estrellas. Platicaban de las maravillas de sus temas de interés: Dylan con la astronomía y Dolly con la adrenalina.

—Me alegra que hayas vuelto, hermana —dijo Dylan dirigiéndose a ella—. Ahora eres la misma de antes.

—Solo quería desahogarme unos días. No es para tanto.

—Pero recordando lo que hemos hablado hace días, quiero decirte que lo siento. No era mi intención poderte insistir tanto. Ahora entiendo que lo tomas personal.

La constelación perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora