Capítulo 10

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Pasaron días y Erick sigue trabajando en la misma empresa, pero se puso a buscar trabajo y dijeron que lo llamarían. Y aún sigue esperando.

Unos minutos más y ya sale del trabajo.

(...)

Erick ya había llegado del trabajo, se cambió de ropa y vino a sentarse conmigo.

-Dicen que me llamarán.

-Espero que si, ¿y de que vas a trabajar?

-Construcción.

-Oh, guay. -sonreí.

-Si, esta bien.

-Aunque no se porqué quieres trabajar. Tenemos suficiente dinero para estar bien, recuerda que tienes la herencia de tu padre y yo también.

-Lo se, pero no me considero un hombre si no trabajo.

-Hay gente que no trabaja, y son hombres, y además, no tienen tanto dinero como nosotros, somos ricos, y estamos trabajando, no tiene sentido.

-Si que tiene, hay ricos que trabajan, ¿o no? Además, me gusta trabajar.

-Ya lo veo.

Él empezó a acariciarme la mano y mirándola.

-¿Te gusta mi mano? -le pregunté graciosa.

-Me gusta todo de ti. -me miró a los ojos. Yo también le miré.

-A mi también me gusta todo de ti.

Nos besamos y nos fijamos en la tele. Apoyo mi cabeza en su hombro.

Narra Erick.

Nos quedamos mirando una serie de policías en acción, era muy emocionante, y me duele el hombro. Miro a Aitana para decirle que se apoye bien y veo que sus ojos están cerrados. Estaba dormida mi angelita, me levanto con cuidado y la cargo y la llevo a su habitación, la dejo sobre la cama y le doy un beso en la cabeza.

Salgo de la habitación y me siento en el sofá, me levanto de nuevo, voy a la cocina y saco una botella de cerveza, la tenía desde hace unos meses y no la he bebido, caduca el año que viene. Me siento esparcido por el sofá y bebo de mi cerveza mirando la serie de acción.

(...)

Al siguiente día ya estoy levantado, vestido, y listo para ir al trabajo. Salgo y voy al trabajo, en el camino alguien me llama, seguro que es Aitana, ¿me abré olvidado algo?

Cuando miro el móvil es un número que no he visto nunca. Contesto.

-¿Hola? -responde una voz femenina.

-Hola, ¿quien es?

-Soy Andrea Méndez, llamo para hablarle del trabajo que usted ha solicitado.

-Ah, si. Si, diga.

-Vale, hace unos días solicitó para trabajar en construcción.

-Si.

-¿Puede venir hoy a rellenar un formulario?

-¿A que hora?

-A las once de la mañana.

-Oh, no puedo, lo siento, ¿no podría ser más tarde?

-Si, ¿cuando le va bien?

-¿Que tal a las cinco?

-Me parece bien, ¿entonces le veo luego?

-Claro, muchas gracias, hasta luego.

-Adiós.

-Adiós. -cortó.

-Bien -apreté el puño.

Llegué al trabajo, aparqué mi coche, y entré en mi empresa, saludé a la secretaria como siempre. Mientras iba de camino al ascensor veo a Valentina, y ella me ve a mi, trato de evitarla pero es imposible.

-Hola, mi amor -intenta besarme.

-¿Que quieres?

-Así no es forma de tratar a tu novia.

-Eso es porque no eres mi novia.

-Ay, no hagas un escándalo.

-Oh -rodeé los ojos y fui hacia el ascensor.

-Solo quiero arreglar las cosas.

-Ya están arregladas.

-No, no lo están, quiero que me perdones por haberme portado tan mal.

-Ya estás perdonada -toco el botón.

-No me sirve.

-Pues estás doblemente perdonada.

-Tampoco me sirve.

-Triplemente perdonada.

-Tampoco...

-¡Infinitamente perdonada, ya déjame en paz! -entro al ascensor. Ella también.

-Ay, amor, perdón -me toca los hombros.

-Suéltame. -me suelto.

-Vale, vale.

Subimos en silencio hasta nuestro piso, lo malo es que su oficina esta casi al lado mio, y viene a molestarme siempre que puede.

Estas se abren y salgo caminando rápidamente hacia mi oficina, abro la puerta y la cierro detrás de mi. Guardo mi maleta a un lado de la mesa...

-Erick.

-¿Que haces aquí? -me giro a ella.

-Solo quiero estar un poco feliz.

-Pues se feliz.

-No soy feliz sin ti, Erick, por favor...

-Cállate, cállate, ¿de que estás hablando? ¿Por que siempre hablas tonterías?

-No son tonterías, mi amor.

-Erick para ti.

-Yo te llamo mi amor.

-No quiero que me llames así.

Se queda sin hablar mirándome.

-Quiero que me folles.

-¿Que? -abro los ojos como platos.

-Así no me vuelves a ver.

-¿Segura?

-Claro, bebé.

-Que falsa.

-Ugh, que si, es en serio.

-No te creo, ¿quien te creería?

-Yo misma, ja.

-No, en serio deberías irte.

-Ah, con una condición.

-Dime.

-Sexo.

Rodeo los ojos con total indignación.

-¿No puedes irte sin más?

-Nop.

-Esta bien, siéntate encima de la mesa.

Ella hace caso y yo le doy la espalda, me quito mi chaqueta y la dejo en mi asiento, me pongo delante de ella.

-Desvísteme -me obliga, le quito los tacones.

Salgo de mi oficina, voy corriendo hasta objetos perdidos y los guardo ahí. Oigo a Valentina gritando "Erick". Llego hasta ella.

-¿Que? -pregunto inocente.

-¡¿Donde están mis tacones?!

-Por ahí, se perdieron. -me burlé.

-Oh, Erick, eres lo peor.

Se va, no sin antes chocar su brazo con el mio.

Una Vida Contigo | Erick Brian ColónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora