Capítulo 29

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-¿Que, por que?

-Porque quiero que seas para mi, y serás para mi por las buenas o por las malas. Ahora quiero que salgas de ahí. -dijo con la última frase calmado.

-Por favor, déjame irme a mi casa.

-Ni de coña, ahora que te he encontrado no tienes nada más que obedecerme, porque tú vas a ser mi mujer.

-¿Que? ¿A que te refieres con "mujer"? No voy a ser tu mujer, ya soy mujer de alguien.

-¿Quieres salir ya? -sonaba algo molesto.

-Déjame escapar. -guardé mi móvil en el vestido de nuevo.

-Vale, solo abre la puerta.

-No soy estúpida, no te voy a abrir la puerta hasta que sepa que puedo marcharme de aquí. Por favor, Richard, ¿donde ha quedado ese inocente Richard del que me enamoré hace tiempo? ¿Tú no eras el buen chico que me llevaba al parque y miraba las estrellas? ¿Por que cambiaste? Tu no eres así.

-No están fácil, ¿sabes? Yo te quiero, pero tú no me quieres, eres la mujer que amo.

-Debes entender que no todo puede ser como tú quieres.

-Con un poquito de empeño puedo conseguir lo que quiero.

-Por favor Richard, si me quisieras, si de verdad me amases, me dejarías salir de esta casa.

-Te amo demasiado para dejarte escapar, por favor, quiéreme, es lo que necesito ahora.

-Por favor, Richard -supliqué de nuevo llorando.

-¡No, Aitana, no! - gritó y dio un portazo.

Me asusté ante el portazo, no sentí a nadie en la habitación así que abrí la puerta y salí del baño y...

-Mm, mmm -me quejé.

-¿Pensaste que me iba a ir? Yo nunca me rindo, si no vas a ser para mi, no serás para nadie.

(...)

Volví a marcarla, y no contesta.

-¿Que te hizo ese animal? Aitana contesta por favor.

-El número que usted está marcando, no se encuentra disponible en estos mom... -salta el contestador.

-¡Ya se que no está disponible, coño! -interrumpo y corto. -Maldita sea, cuando te pille te mataré, te estrujaré con mis manos, te estrangularé.

Llamé a la policía, para saber si ellos saben de ella, pero no sirven para nada. Debería hacer esta busqueda yo solo, la encontraré, aunque tenga que mover mar, cielo y tierra. Guardé el móvil en el bolsillo, entré en el coche y fui  hacia mi hotel.

Al llegar salí del coche y entré deprisa al hotel, subí a mi habitación y me tomé una ducha.

Por el lado de la secretaria

Estaba escribiendo unas cosas en el ordenador cuando un tipo vestido de negro se posó delante de mi, alcé la vista y hablé con él.

-Buenas tardes, ¿que desea señor?

-Estoy buscando a Erick Colón.

-No... no creo que.

-Se que está aquí así que dime en que piso está o estaré buscando una por una.

-Vale... -bajé mi vista al ordenador.

Disimuladamente pulsé el botón de emergencia. Y empecé a buscar en el ordenador.

-Lo siento, señor, no tenemos a ningún Erick hospedado...

-Búscalo, bien -me dijo serio y sacó una pistola.

-Oh, Dios mio -busqué al hombre y finalmente le dije. -Tercer piso.

-Muy bien, señorita. -sonrió y fue hacia las escaleras.

Rápidamente empecé a llamar al piso tres.

-Buenas tardes, señor, debe salir de inmediato de esa habitación.

-¿Que, por que?

-Un señor viene hacia usted con una pistola.

-¿A que esperan? Llamen a la policía.

-Si, señor -corté y fui a llamar la policía.

Narra Erick

Me di una ducha rápida, y al salir escuché el teléfono sonar, lo cogí y me llamó la secretaria diciendo que hay alguien con una pistola viniendo hacia mi, no se si deberia creerla, pero por si acaso me puse mis boxers y mis pantalones. Luego sentí que tocaban la puerta, no dije nada y me limité a acercarme para ver si era el tal hombre.

Cuando miré vi a alguien vestido de negro y con gafas oscuras, ¿podría ser él? No se que hacer, debería esperar a la policía, pero este volvió a tocar, volví al teléfono y llamé.

-Oiga, ¿ya llamó a la policía?

-Si, señor, espere un rato.

-No puedo esperar, el hombre está tocando sin parar.

-Por favor espere, y no abra la puerta bajo ningún concepto.

-Esta bien, por favor dense prisa.

-Si, haremos todo lo posible, señor, recuerde, no le abra la puerta bajo ningún concepto.

Dejé el teléfono y esperé al lado de la cama, este empezó a tocar más fuerte, luego a dar patadas.

-Abra, Erick Colón.

Una Vida Contigo | Erick Brian ColónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora