Capítulo 27

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-Ay coño, ahora tengo que darle de comer. -rodeé los ojos. -Estúpida, no puedes estar días sin comer, ¿verdad?

La aguanté de los hombros y la sacudí para que se levantara, pero no, no se despertaba. La dejé ahí en la cama frustrado y me senté en el sofá a mirarla mientras pensaba.

Mas tarde saqué el móvil y llamé para que me trajeran una bandeja con comida.

En el fondo no soy tan mala persona, he llamado un médico por ella, le daré de comer, ¿que más puede pedir? Soy todo lo que necesita, no ese estúpido de Erick.

Erick no sabe como complacer a una mujer, yo soy mucho mejor que él. Las chicas me prefieren que a él. Y se que Aitana me preferirá más que a él. Solo tiene que quedarse conmigo para siempre. Y yo me encargaré de que sea así.

(...)

Siete putos días han pasado y no se nada de ella, maldita sea, estampé el móvil en la cama. Maldita sea Aitana, ¿donde estás? Una semana sin ti. Sin tus caricias, sin tus besos, sin tu cuerpo, sin nada de ti, me está matando, por favor aparece.

Te quiero tanto, he perdido el apetito, no se que hacer, y todo esto por mi culpa, no tengo ni ganas de vivir si no estás tú. Por favor siénteme, ven a mi, o guíame hasta ti, para que pueda encontrarte, y ser feliz de nuevo.

Salí del hotel yendo a comisaría para preguntar por ella.

-¿Saben algo de ella? ¿O un lugar donde ella pueda estar? Buenas tardes.

-Buenas tardes, no sabemos nada todavía de ella, estamos en eso, y del lugar, hemos encontrado muchas fábricas mira.

Me enseña fotos de fábricas abandonadas y una casa abandonada.

-Bien -se lo cojo de las manos. -Se las devolveré -grité y fui al coche.

Sentí la sirena de las policías detrás de mi, ¿hice algo? No puedo frenar ahora, seguí conduciendo hasta llegar a la primera fábrica. Salí del coche hasta los policías hicieron igual. Me alejé de ellos buscando a Aitana, ella estaba en mi mente ahora.

-¡No se aleje tanto! -gritó uno de los policías.

No hice caso, tengo que buscar al amor de mi vida, por favor que esté aquí, rogué.

-¡Aitana, Aitana, Aitana! ¡¿Donde estás?! ¡¿Donde te encuentras?!

Volví a donde los policías y dijeron que no encontraron a nadie, salvo a un hombre que estaba husmeando por ahí.

Salimos y fuimos al otro, nada encontramos y solo faltaba la casa abandonada. Llegamos, este me dio un poco de miedo porque la puerta se abrió sola, bueno, solo la tocamos y se abrió, entramos y los policías encendieron su linterna para ver mejor, explotaron toda la casa y con las pesadas malas noticias nos dijeron que no había nadie.

Fui en busca de más fábricas y no encontré ninguna, no puede ser, seguí con mi búsqueda en otra parte. Que rabia me da, no hay ni una sola pista de ella. Quiero encontrarla.

Una Vida Contigo | Erick Brian ColónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora