Día 6 [Wigetta 30]

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–Rubén, otra vez no por favor... – dijo el mayor presionando el puente de su nariz.

–Oh vamos Vegettita, un poco de exploración no vendría nada mal, solo un poco, prometo que no iremos tan lejos ¿Sí?

–Sin traer nada ilegal ¿Vale? – pregunté el ojimorado rendido comenzando a caminar hacia el pueblo, específicamente hacia el portal del desierto.

Por otro lado se encontraba Willy el cual había visto todo y no pudo evitar sentir celos de aquel chico nuevo del pueblo. Últimamente Vegetta pasaba más tiempo con el híbrido que con él.

Enojado y un poco decepcionado decidió regresar a casa y quedarse todo el día ahí encerrado, ordenando sus cofres, gracias a Vegetta esa manía se le había quedado después de años de vivir juntos.

Quería mantener su mente distraída en algo para no pensar en querer ir hasta el desierto y matar con sus propias manos al oso. Suspiró ante aquel pensamiento y caminó hacia su habitación para subir a la cama y cubrirse con sus mantas.

El día había caído, la tranquilidad de la noche reinaba cerca de las casa de los guerreros de Karmaland. Cada noche Willy y Vegetta se turnaban para quedar a dormir en la casa del contrario, aquella noche le tocaba al peliblanco ir a la isla del mayor.

La media noche había pasado y el ojimorado estaba preocupado por su amado, por lo que decidió de casa con escudo y espada en mano, por si pasaba algo.

A paso rápido caminó hasta el gran árbol del menor y entró sin tocar, caminó hasta la habitación del peliblanco encontrandolo dormido entre las sábanas verdes aún con la ropa de siempre puesta.

Se recostó a su lado tratando de acurrucarse cerca de su pecho pero el contrario al sentir el movimiento de la cama y el calor de otra persona se despertó un poco asustado pero al sentir el aroma de su perfume se relajo tan solo un poco puesto que aún seguía molesto con él.

–¿Que haces aquí? – preguntó con voz ronca y lo empujó suavemente.

–No fuiste a casa, estaba preocupado así que vine a ver como estabas pero te encontré aquí durmiendo... ¿Pasó algo?

–Tsk, solo vete, no quiero tenerte aquí – se dio la vuelta dándole la espalda al mayor.

–¿Que pasa Guille? – preguntó preocupado.

–Ya debes saber, ahora vete por favor – respondió de manera fría.

–Sí es por Doblas sabes que solo es mi amigo, ese tonto sólo me pide que lo acompañe por que se muere cada dos por tres.

–Sí, sí, como digas Vegetta, ahora vete, quiero dormir en paz...

–Guillermo... Solo te amo a ti, hasta que la muerte nos separe, ¿Recuerdas?... Te amaré por el resto de nuestras vidas, por algo te elegí a ti...

–¿Me lo prometes? – susurró aún sin girarse.

–Te lo prometí desde el día que unimos nuestras almas – Señaló la pulsera de su mano derecha.

El menor giró para quedar frente a él y darle un beso demostrando cuánto se amaban, Vegetta se separó y se acurrucó en su pecho para que como a poco ambos fueran cayendo en brazos de Morfeo.

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