Nunca Te Olvidaré

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Un día tranquilo en Karmaland, el aire fresco tan característico del otoño golpeaba las hojas de los árboles haciendo que cayeran por lo secas que estaban para acumularse en el piso.

Alexby se encontraba en casa, revisando todos sus cofres en busca de algunos materiales que había conseguido cuando apenas llegó al pueblo.

–Joder, tengo que ser más ordenado – se dijo a sí mismo antes de ver un pequeño cofre que el mismo había olvidado que había guardado bajo la cama.

Extrañado se agachó frente a está y la sacó levantandola para sentarse en la cama y poner el cofre en sus piernas.

–Veamos que hay aquí... – al momento de abrirlo lo primero que se encontró fue con esa pequeña caja recubierta con terciopelo rojo, suspiró y la abrió para ver el precioso anillo de compromiso decorado con una hermosa piedra con tonos naranjas.

La dejó de lado con una pequeña mueca de tristeza y siguió mirando el cofre encontrándose con diferentes fotografías.

La primera era una de su mascota, Jimmy, cuando era pequeño un recuerdo muy preciado para él. – Ay mi Jimmy, cuanto ah crecido...

Pasó la fotografía encontrándose con una de todos sus amigos, desde Vegetta hasta Mangel, el único recuerdo que tenía con sus ocho compañeros. Sonrió con un poco de tristeza pues le hubiera encantado que Mangel no se haya ido del pueblo a DiosSabeDonde....

Siguió pasando las fotos, recordando grandes momentos con todos sus amigos que por fortuna tenía plasmados en aquellas hojas... Llegó hasta la última, la cual, era notoriamente más antigua que las demás; en ésta se podía ver a Alex sin casco abrazando un caballo blanco.

–¿Este caballo es...? – se quitó el casco y observó más de cerca la fotografía, logrando distinguir el nombre del caballo en el collar de esté. – Perdigon...

De pronto todos los recuerdos de ese caballo aparecieron en su mente.

Rápidamente volvió a buscar en el cofre con ansias de encontrar su mayor tesoro.

De ahí sacó un casco negro con pequeños cuernos y una gran piedra en la frente color verde esmeralda. Sonrió un poco triste tratando de contener algunas lágrimas que amenazaban con salir. Dejó el casco con mucho cuidado junto al suyo y siguió buscando.

Un trozo de tela algo viejo, sin embargo estaba en perfectas condiciones. La extendió mirando el estampado de la capa que siempre portaba su amado...

–Frank... – susurró su nombre admirando la prenda. La abrazo deseando poder estar entre los brazos de él por última vez...

Se colocó la capa sobre sus hombros y siguió buscando, encontrándose con el collar del caballo, recordando la estúpida canción de el moreno y Vegetta habían compuesto para el caballo.

"–Perdigon, Perdigon es todo un campeón.

–Perdigon, Perdigon es todo un parguelon.

–¡Vegetta que así no iba!"

–Fuiste todo un campeón pequeño Perdigon... – habló acariciando con delicadeza la pequeña placa dorada quitándole el poco polvo que se había acumulado sobre ésta. – Tu papi estaría orgulloso de ti...

Dejó la placa junto al caso negro y se dispuso a seguir revisando el cofre, solo encontrándose con algunos sobres amarillentos por lo antiguos que eran. Los sacó un poco extrañado recordando que eran algunas cartas que Frank le había entregado hace unos ayeres.

Sonrió nostálgico al recordar todas aquellas tardes en compañía del mayor, paseando por el pueblo, en casa o en cualquier sitio, siempre juntos...

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