Rubirex

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DECLARACIÓN

El día del baile del colegio llegó. Rubius vestía con un traje color negro y una corbata verde, todos sus amigos dentro de aquella cancha techada con sus parejas, todas aquellas chicas tan lindas que eran sus amigas.

El híbrido se encontraba fuera, en la cancha de fútbol, caminó hasta quedar debajo de las grandes gradas metálicas, se sentó en el piso importandole poco si su traje se ensuciaria.

Sacó de uno de sus bolsillos del pantalón una cajetilla de cigarrillos, un encendedor y un pequeño papel perfectamente doblado. Bajó ambas orejas al ver el trozo de papel y rió sin gracia.

–¿Realmente iba a hacerlo? – se preguntó a sí mismo y dejó el papel a un lado en el piso junto a él, sacó un cigarrillo para ponerlo entre sus labios y encenderlo dando una calada profunda y dejó salir el humo por su boca. Cerró los ojos dejando ambos objetos junto a la carta, disfrutando el viento fresco de la noche y el leve sonido de la música de fondo.

Alguien llegó y se sentó a su lado tomando la cajetilla, tomó un cigarrillo para ponerlo en su boca, el sonido del encendor hizo que Rubius abriera los ojos dando un pequeño respingo.

–Joder Willy... Que susto... – puso una mano sobre su pecho y dejó salir todo el aire de sus pulmones.

–Lo siento, te llevo buscando desde hace un rato, supuse que querías fumar tranquilo.

–Quería estar solo unos momentos, tanta gente me abruma.

–Creí que Nieves estaría contigo...

–Esta con Akira, lo mas seguro es que estén en el baño besándose donde Vegetta no pueda encontrarlas – rió bajo dando otra calada a su cigarro.

Willy soltó el humo y miró a Rubius extrañado. – Creí que tu y Nieves...

–¿Eramos novios? – el mayor miró hacia él, el cual estaba asintiendo, la risa de Rubius sonó más fuerte que antes y negó. – Es mi mejor amiga, ella está detrás de Akira... – levantó los hombros.

Un simple "Oh" alargado salió de los labios de Willy regresando la mirada hacia el frente volvió a llevar el objeto entre sus dedos a su boca. Rubius se quedó mirando por unos segundos se perfil para regresar la mirada hacia el frente.

–¿Me estabas buscando? – preguntó el híbrido rompiendo el silencio que se había formado.

–Ah sí, sólo era para pedirte un – levantó la mano donde tenía el cigarrillo ya casi por la mitad. – No traje los míos y sabía que tu siempre tienes...

–Uhm... Ya veo... – dio la última calada y duro la colilla lo suficientemente lejos para pisarla. – ¿Solo venías para eso?

–Sí... – mintió mirando la llama dejando que consuma por sí solo el tabaco.

–¿Dejaste sola a Kristina? – preguntó algo sorprendido.

–¿Eh? No, no, ella se fue con Dulce y Amidala, harán una pijama en casa de Kris...

–Así que veniste por qué estas solo y necesitabas algo, vaya...

–¿Que? Claro que no... Si quieres me voy

–No, no – rió negando. – Solo bromeo, puedes hacerme compañía por ahora.

Willy sonrió y bajo la mirada, notando la pequeña carta, la miró confundido y la tomó.

–¿Para quién es? – preguntó con la intención de abrirla.

Rubius levantó la mirada hacia sus manos, nervioso intentó quitársela, el menor estiró la mano y negó con la cabeza. – Willy dame eso tío.

–¿Por qué? Anda dime para quien es y no la leo... – una sonrisa socarrona se dibujo en los labios del peliblanco natural.

–No es para nadie, solo dame eso. – Rubius siguió intentando obtener de nuevo el pequeño papel donde habían tantos sentimientos plasmados hacia el ojiverde de ojos achinados frente a él.

–Rubius dime, no le diré a nadie, a demás hoy es el último día que vendremos a este colegio, estoy seguro que durante las vacaciones te olvidarás de esta persona. – agitó el papel el cual sujetaba con fuerza en su puño.

El mayor miró hacia los ojos verdes que tanto le atraían, mirándolos por unos segundos, suspiró y se sentó de nuevo cruzando los brazos, las mejillas levemente rojas y las orejas hacia abajo.

–¿Te molestaste? – El menor rió abriendo la hoja. –Solo quiero saber para quién es...

Rubén se levantó rápidamente antes de que el menor clavara la mirada en la hoja.

–Nos vemos Willy... Buenas noches

–Hey... ¿Realmente te enojaste? – preguntó aún en su lugar.

El mayor negó con una pequeña sonrisa. – Es mejor que me vaya, ya es un poco tarde...

Sin decir más el mayor corrió hasta entrar de nuevo en donde era el baile bajo la atenta mirada del contrario.

El peliblanco natural suspiró y miró la carta, encontrandose a primera vista con su nombre impreso con la linda ortografía del mayor.

Lo primero que hizo fue levantarse y tratar de ir detrás del oso para confesar que el sentimiento es correspondido.

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