Rubelangel

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DESAYUNO

La luz del día se colaba por las persianas, iluminando a la perfección la habitación, algunos rayos de sol golpeaban directamente hacia la cama donde Rubius y Mangel descansaban estando en la típica posición de "cucharita".

Mangel rodeando la cintura del híbrido, mientras esté se encontraba hecho "bolita" apoyando su espalda en el pecho del menor. Los rayos de luz golpearon las caras de ambos obligando a despertarse al menor.

El pelinegro se separó del peliblanco para sentarse en la cama, parpadeando repetidas veces para acostumbrarse a la luz del sol, buscó sus lentes en la mesita de noche, se los colocó y se levantó de la cama tratando de no mover tanto, quería sorprender a su amigo con algo de rica comida hecha por él mismo.

Caminó hacia la cocina, buscando entre cajones y alacenas algo para preparar un poco de café para él y algo de leche con chocolate para el híbrido.

Se dispuso a preparar algunos hot cakes, buscó algunas cuantas frutas para acompañarlos, dándoles una decoración bonita a gusto de él.

La casa olía exquisito, el olor leve a vainilla de la masa de los hot cakes, el olor a café y a fresas llegaron hasta la nariz del híbrido, gracias a su excelente olfato podía percibir hasta lo más mínimo.

Si estómago gruño, obligándolo a despertar muy hambriento se sentó en la cama aun con los ojos cerrados, movió las orejas en busca de algun sonido, logrando escuchar leves sonidos provenientes de la cocina, se levantó abriendo por fin lo ojos y caminó hacia está.

Mangel terminó de decorar los hot cakes para finalizar con un poco de chocolate en polvo espolvoreado por encima, de pronto escucho unas suaves pisadas en la puerta de la habitación.

–Buenos días Rubius... – sonrió ampliamente caminando de regreso a la estufa.

–Buenos días... ¿Tu hiciste todo esto?

–Sí ¿no te gusta? – preguntó algo desanimado el menor.

–No, digo sí, sí me gusta pero... ¿Porque?

El mejor sonrió y levantó los hombros restándole importancia mientras vigilaba que el par de huevos no se quemen. – Quería cocinar un poco...

–Bueno pues gracias... – sé sentó frente a la isla tomando su plato de hot cakes que Mangel habi a hecho con tanto cariño para él.

Comenzaron una platica amena durante aquella mañana tan hermosa.

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