El viaje en avión fue muy molesto, me dolía la espalda de estar tanto tiempo sentada, aunque me la pase dormida, pero por fin estábamos en Dinamarca, concretamente en el aeropuerto de Esbjerg. Al salir al exterior, arrastrando nuestras maletas, pude sentir el clima templado, aunque el tiempo estuviera nublado y a punto de llover. Saqué mi móvil para avisar a Murray de que habíamos llegado, enviándole una foto del exterior, su respuesta llegó antes de que bloqueara el móvil, estaba pegado al teléfono. "Sígueme informando según avanzáis", sonreí levemente antes de contestarle "Cuando lleguemos al hotel te aviso". Bloqueé el móvil y busqué con la mirada a Calix, quien se encontraba levemente inclinado sobre un coche negro con el brazo apoyado sobre el techo para poder ver al conductor por la ventanilla; un taxi.
- Vi er to mennesker... - Quedé a dos pasos de él.
- Intet problem - Sonrió el hombre saliendo del coche para meter las maletas.
- ¿ Desde cuando hablas Danés ? - Pregunté, con una ceja elevada, cuando se puso frente a mí con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
- Se hablar la mayoría de los idiomas - Lo miré con sorpresa - He vivido en muchas partes del mundo - Me explicó - Aquí es una de ellas...
- ¿ Cuánto tiempo estuviste ? - Pregunté con curiosidad.
- Unos siete años - Dijo antes de montarnos en el coche.
El hombre parecía muy simpático, aunque no entendía nada de lo que decía. Calix contestaba, con monosílabas, a lo que fuera que le estuviera contando o preguntando, ya que estaba sentado de copiloto delante mío, yo en cambio estaba atrás escuchando la música de la radio y mirando por la ventanilla. Otra hora y media después de viaje, llegamos a Odense, en la isla de Fionia. Miré las casas, estaban muy pegadas las unas a las otras, y la fachadas eran de colores distintos; bastante llamativos, a mi parecer. Los suelos eran de piedra en su mayoría, dando ese toque antiguo que tanto me gustaba. Algunos edificios eran espectaculares, aunque si no te gustaba la arquitectura seguramente te parecerían simplemente bonitos de ver.
Miré a Calix a través del retrovisor exterior sin despojarme de la gran sonrisa que adornaba mi rostro, no podía ocultar mi emoción. Me estaba mirando con una pequeña sonrisa que casi era imperceptible, no parecía sorprendido, claro que, seguramente, ya había recorrido estas calles millones de veces. Retiró la mirada y le preguntó algo al conductor, quien se quedó pensativo durante unos segundos antes de responder. Paramos a unos metros del Hotel Odeon, el hombre sacó nuestras maletas y Calix pagó antes de mirar algo en su móvil. Cada uno tomó su maleta y nos dirigimos hacia el hotel, el pelinegro se encargó de pedir nuestras habitaciones mientras yo observaba la gran planta principal a unos metros.
- Tenemos un problema - Dijo al acercarse con una tarjeta dorada y negra en la mano - Murray ha pedido una habitación para dos, en vez de pedir dos habitaciones - Me explicó - Y están todas reservadas ya - Caminamos hasta el ascensor que nos llevaría a la tercera planta.
Calix paró frente a una de las puertas, pasó la tarjeta y entramos. La habitación era pequeña, pero todo estaba muy bien distribuido. Una cama grande, un escritorio negro, a juego con las sabanas y un sillón junto a uno de los ventanales. Abrí el armario empotrado en la pared y metí la maleta dentro; Calix en cambio la dejó a un lado antes de cruzarse de brazos y mirar la cama.
- Podríamos pedir una almohada y ponerla en medio... - Propuse, haciendo que asintiera y bajará a recepción ya que no había teléfono para comunicarnos con recepción.
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Sin Palabras ||En Físico||
Teen FictionAgnes es una joven aparentemente común, pero se hace pasar por muda por miedo a su Don: la capacidad de ver espíritus y comunicarse con ellos, al igual que su querido abuelo. Pero esta habilidad no es un don simple, sino una responsabilidad que invo...