Olvidada

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Me acerqué con desconfianza, mirando a mi alrededor, intentando no llamar la atención. Arielle y Bradley me siguieron con curiosidad. Al llegar frente a él lo interrogué con la mirada, pero no parecía tener intención de hablar. Estiró uno de sus brazos y me tendió el casco.

- ¿ Quién es ? - Me susurró Arielle sin dejar de mirarlo.

- Mi... - ¿ Mi qué ? ¿ Amigo ? ¿ Protector ? - Mi primo... - Cerré los ojos al decirlo.

- Tenemos cosas que hacer - Dijo con seriedad subiendo a la moto.

- Había quedado para tomar algo... - Susurré mordiéndome el labio con nerviosismo.

- Tendrá que esperar - Dijo sin más.

Me quedé durante unos segundos debatiendo qué hacer, pero lo mejor era no enfadarlo, asi que suspiré, me puse el casco y subí tras él agarrándome al asiento.

- Hasta mañana... - Me despedí de mis amigos antes de marcharnos.

Pensaba que iríamos a ver a mi abuelo, pero se me borró de la cabeza cuando pasamos de largo. Solo rezaba para que no me llevara al cementerio, porque entonces saldría corriendo de vuelta a mi casa y me daría igual que se enfadará o no. No quería pasar de nuevo por eso... Paró en un barrio bastante transitado. Había vecinos conversando, algún que otro espíritu, niños aun con la mochila puesta yendo a sus casas... pero no me sonaba de haber estado por aquí alguna vez.

- Baja - Hice caso, quitándome el casco y tendiéndoselo.

- ¿ Dónde vamos ? - Pregunté siguiéndole.

No me respondió, siguió andando hasta meterse por un callejón y pasar a la parte trasera del barrio, donde me llamó la atención una de las casas. Estaba en ruinas. Nos acercamos a ella, pasando por debajo de la verja de seguridad. Miré el patio trasero viendo trozos de la casa de madera, unos columpios oxidados, una mesa con sus sillas tiradas o rotas... Las ventanas estaban tapadas con maderas mal puestas o simplemente rotas. El techo era casi inexistente. Me sorprendía que no la hubieran echado abajo todavía.

- ¿ Qué hacemos aquí ? - Pregunté confusa, aunque ya tenía una idea y tenía que ver con algún espíritu. O varios.

- Quiero ver si eres capaz de tratar con algún espíritu - Dijo caminando hacia los columpios - pero tranquila, no te lo he puesto difícil... - De repente apareció una niña con un vestido blanco, pelo rubio y ojos azul intenso.

- ¿ Habéis venido a jugar conmigo ? - Preguntó con una sonrisa dulce. No tendría más de 5 años.

La seguí hasta dentro de la casa; se encontraba en el primer escalón - y único - de las escaleras. Calix me alcanzó con las manos en los bolsillos de su cazadora, observándonos.

- ¿ Cómo te llamas ? - Me acerqué a ella.

- Alex - Sonrió - ¿ Jugamos ? - Insistió ansiosa.

Un viento frío invadió la casa, helándome la sangre. Calix seguía sin ninguna expresión que no fuera seriedad, no parecía sorprendido ni preocupado; estaba más que acostumbrado a estas cosas.

- ¿ A qué quieres jugar ? - Preguntó.

- Tenéis que encontrar mi colgante.

- ¿ Cómo es ?

- Deberéis descubrirlo vosotros - Sonrió de nuevo dulcemente antes de desaparecer. Calix comenzó a andar.

- ¿ Por qué se supone que debemos hacer esto ? - Pregunté siguiéndole. 

Sin Palabras ||En Físico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora