Calix
Perdido.
Así me encontraba en medio de Rusia; perdido entre millones de personas que ni si quiera me apreciaban parado en medio de una calle muy transitada. Cada quien iba a su destino con la mirada fija al frente, pero nadie lograba verme realmente. Volvía de nuevo a estar entre las sombras, con el miedo de tocar a alguien y con la idea de no poder hablar con las personas si no era de extrema necesidad... Sólo podía mantener el equilibrio entre los vivos y los muertos, aun teniendo que pagar el precio de la soledad. Todos estos años le había cogido el gusto, pero algo había cambiado, ya no era lo mismo.
Oculté aun más mis manos en mis bolsillos, aunque estas ya estuvieran protegidas por mis guantes de cuero. Seguí mi camino con paso lento, pero decidido. En este mes había viajado a la mayoría de los países, con la única idea de descubrir alguna diferencia en las sombras, pero su modus operandi era igual en todos. Su número había aumentado, y con ello, sus poderes y la necesidad de conseguir más almas en menos tiempo.
- Te encontré - Puse los ojos en blanco al reconocer su odiosa voz.
- ¿ Por qué no te largas de una puta vez ? - Dije con molestia acelerando el paso.
- Me encanta molestarte - Sonrió.
- Ya hiciste tu propósito, déjame en paz.
- Mmm... No - Hice el intento de tomarlo del brazo, pero me esquivó - Ni se te ocurra - Frunció el ceño - ¿ Cuándo pretendes volver a California ? - Bufé y le di la espalda con intención de irme, pero se puso a mi lado con intención de seguir con la conversación - Estás aguantando vivo más de lo que pensaba - Me miró con los ojos entrecerrados.
- ¡ Y si vuelvo con... ! - Paré en seco en un callejón oscuro, me pasé una mano por la cara, intentando tranquilizarme y no gritarle - Si vuelvo no duraré ni media semana vivo ¿ entiendes ? - Se cruzó de brazos frente a mi - No me vengas otra vez con lo mismo, ya te he dicho que tengo que terminar con las sombras antes de decidir algo - Puso los ojos en blanco.
- Puedes hacer exactamente lo mismo, pero sin la puta inmortalidad, podrías acabar como yo, ¿ eso quieres ? - Apreté el mentón con fuerza.
- No hagas de hermano, cuando no supiste ni cuidarte a ti mismo - Noté en sus ojos que eso le había dolido, pero era la verdad - Sé perfectamente que podría hacerlo sin el poder de purificar, pero necesito la inmortalidad por si me sucede algo poder continuar con ello hasta el final...
- ¡ Te está matando igualmente ! - Dijo con frustración - Estás a tiempo de salvarte, ayudar a Agnes y ser un mortal de 22 años medio normal, podrás seguir con el colgante hasta la vejez y se lo pasarás a tus hijos o a quien toque - Movió las manos con exageración - Si lo haces porque no quieres dejar el colgante en malas manos, créeme que pasará, porque igualmente morirás y el colgante buscará al siguiente portador, si hay, sino, no sé qué pasará... - Dijo pensativo.
- ¿ Y qué hago ? - Levanté levemente los brazos - ¿ Voy junto a Garret y ella ? ¡ No quiero que Agnes sepa que estoy enamorado de ella y me vea morir ! Se sentiría culpable... - Egan hizo una mueca de disgusto.
- Garret hace una semana que murió por culpa de una sombra... - Lo miré con sorpresa.
- ¿ Cómo ? - Dije entrecortado por el nudo de mi garganta.
- Y Agnes sufrió un accidente de coche, donde murió... - Mi corazón se paralizó al escuchar eso - ¡ Pero está viva ! - Se apresuró a decir al ver mi cara - Iba con Murray de vuelta a casa y una sombra obligó a un camionero a estrellarse contra el patrulla, pero el colgante la resucitó por una razón que desconozco, saliendo del accidente con cortes y raspones, aunque fue más grave de lo que aparenta - Me explicó - Unos días después de eso, pasó lo de Garret...
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Sin Palabras ||En Físico||
Teen FictionAgnes es una joven aparentemente común, pero se hace pasar por muda por miedo a su Don: la capacidad de ver espíritus y comunicarse con ellos, al igual que su querido abuelo. Pero esta habilidad no es un don simple, sino una responsabilidad que invo...