Capítulo 5.

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Las mañanas de Sakata Gintoki solían ser muy tranquilas. Normalmente se despertaba con un poco de esfuerzo y maldiciendo al despertador, pero se levantaba de la cama con el tiempo suficiente para tomar un agradable desayuno y quizás una rápida ducha. Todo gracias a que tenía diferentes horarios de entrada a clase.

Los lunes sus clases comenzaban a las 9, al igual que los miércoles y los viernes, mientras que los martes y jueves entraba a las 8. Su departamento no estaba muy lejos de la escuela por lo que podía ir caminando sin prisa. Únicamente se apresuraba un poco los martes y jueves, pero en el caso de que no le diera tiempo de desayunar algo, siempre tenía un cartón de su amada leche de fresa para beber en el camino.

Sí, las mañanas de Gintoki solían ser tranquilas, y pensó que al mudarse a un edificio aún más cerca del campus de su universidad, podría contar con al menos 20 minutos más de sueño o para prepararse. Se equivocó.

-¡Gintoki! ¡Levántate! ¡El desayuno está servido! – La voz de Katsura se escuchaba al otro lado de la puerta junto con sus incesantes golpes.

-¡Zura! ¡Date prisa o me iré solo! -.

-¡Ya voy! ¡Gintoki, el desayuno está en la estufa! ¡Takasugi y yo nos vamos! – Se escucharon sus pasos alejándose pero no se marchó sin antes dar un último mensaje - ¡No se olviden de cerrar la puerta con llave! -.

Se escuchó el sonido de la puerta de entrada cerrándose y por fin, Gintoki pudo sacar la cabeza de debajo de la almohada.

El joven de 20 años tenía el cabello más desordenado de lo normal pero lo que más destacaba de él, era el ceño fruncido y la exasperación en sus ojos junto con un par de ojeras y como toque final, un rastro de saliva bajando de su boca. Quería gritar.

¿Por qué?

Bueno, porque según su despertador, aún faltaban 10 minutos para que sonara a la hora que lo programó y su querido amigo Zura lo había estado llamando desde hacía 15 minutos.

-¡Vete al infierno, Zura! -.

Exasperado, molesto, frustrado y con sueño, Gintoki se levantó de la cama y abrió la puerta de su cuarto con salvajismo, dispuesto a matar al próximo que se cruzara en su camino. Era demasiado temprano para levantarse pero a la vez demasiado tarde para volver a dormir, pues corría el riesgo de despertarse tarde, así que sin tener de otra que hacer, se levantó y fue a la cocina.

-Oh ¡Buenos días, Kintoki! – Sakamoto saludó con una gran sonrisa, sentado en el comedor terminando su desayuno.

-¡Buenos días mi trasero! – Le gritó molesto y no tardó en jalar del cabello castaño de su amigo.

-¡Gyaaah! ¡¿Qué te pasa?! ¡Duele! – Se quejó adolorido, pues sentía que su cuero cabelludo era rasgado.

-Bastardo ¿Se puede saber por qué no evitaron que Zura me despertara? ¿Acaso creen que quiero despertarme tan temprano cuando tengo la oportunidad de dormir más? – Le cuestionó, no, le interrogó con una mirada sombría y asesina en los ojos y una prominente vena resaltante en su frente.

-¡No fue mi culpa! ¡A mí también me despertó! ¡Ah! ¡Duele! ¡Me estás arrancando el cabello, Kintoki! – Se quejaba adolorido, intentando apartar la mano de su cabello pero le era imposible.

-Tsk – Escupió al suelo y finalmente liberó la permanente castaña – Demonios ¿Se puede saber qué demonios está pensando? ¿Qué se cree? ¿Nuestra madre? -.

-Parece que sí, preparó el desayuno para todos -.

-¿Cómo es que no se da cuenta que nadie además de él es capaz de comer sus experimentos? – Suspiró cansando, tomando asiento en una de las sillas del pequeño comedor y dejando el celular con la alarma ya desactiva en la mesa – Por cierto ¿Lo estás comiendo? -.

Departamento J4 - GintamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora