Cumpleaños.

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—¡Auch! ¡Bella! No puedes aventar a la gente así. —le regañó desde el suelo.

—Es tu culpa, nadie te pidió dormir aquí. —respondió, aun agitada por su pesadilla.

—No fuera tu hermoso vampiro, ¿verdad? A Edward nunca lo aventaste de la cama. —recriminó, levantándose del suelo y sentándose al lado de su hermana. —Además, quería dormir aquí para ser la primera en decirte...

—Feliz cumpleaños, niñas. —interrumpió Charlie entrando a la habitación.

—¡Ay no puede ser! —gritó Adara, frustrada. Bella rio por los exagerados ademanes de su hermana. —Bueno, dormí aquí y me tiraron de la cama todo con tal de ser la segunda en decirte feliz cumpleaños. —dijo apresuradamente. —No vaya a aparecer Edward de la nada y ganarme.

Bella -a escondidas de Charlie- miró mal a Adara, esta solo rio, fingiendo que había hablado por hablar. Charlie hizo un leve gruñido. La mayor de las mellizas se levantó y abrazó a su padre. Luego tomó los regalos de sus manos. Adara le enseñó la cámara fotográfica y el regalo envuelto.

—Es un regalo compartido. —explicó.

—Dije que no quería nada. Ábrelo, es tuyo, feliz cumpleaños. —le hizo un ademan para que desenvolviera el regalo.

—Por eso es compartido, es como darte medio regalo... no es un regalo, pero tampoco es nada.

—¡Un álbum! Vamos Bella, no seas amargada, sonríe.

Abrazó a la mencionada por los hombros, obligándola a acercarse. Aprovechando la sonrisa resignada de su hermana, Adara tomó la primera fotografía. Bella pensaba quejarse, incomoda por la foto, sin embargo, al ver la sonrisa entusiasmada de Adara decidió guardar silencio.

—18 años...wow, esos son muchos años. —suspiró nostálgicamente, Adara rio por la expresión aterrada de Bella.

—Ya quiero tener canas, podría pintarme el cabello sin tener que decolorarlo... ¡mira! Tu ya tienes canas.

—¡Claro que no!, ¿verdad? —se levantó de la cama corriendo al espejo, al no ver ninguna cana observó a su familia a través del espejo, con una mueca de disgusto.

Charlie y Adara salieron de la habitación sonriendo y cerrando la puerta tras de ellos. Luego de ducharse rápidamente fue a su cuarto a buscar algo lindo que ponerse, amaba su cumpleaños y a diferencia de Bella, trataba de hacer que resaltara de los demás días del año.

A esas alturas ya estaba más que acostumbrada al clima, por lo que, aunque la brisa era fresca -casi helada- no fue impedimento para ponerse un pantalón corto.

Bajó a la cocina y para su sorpresa su padre tenía dos pequeños muffins de chocolate frente a él, adornados cada uno con la inicial de cada chica con betún. Le dio un pequeño abrazó y comenzó a comer el pastelillo con la letra "A".

—¿No te dará frio con eso?

—No le digas a nadie, pero... el frio es un invento de los padres. —susurró, sonriendo.

—Si, de esos mismos padres que pagan las consultas al médico por resfriados. —respondió con el mismo tono de voz. —Luces bien. —concluyó saliendo de la cocina.

Adara sonrió emocionada. Una de las cosas que más adoraba de su padre, aparte de lo sarcástico y huraño era que le daba su espacio, sabia cuando debía intervenir y cuando solo dar sugerencias.

Cuando acabó su desayuno su hermana aun no bajaba. Decidió subir a su habitación a perder el tiempo, cuando Bella estuviera lista para irse le gritaría.

Hematoide.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora