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32. Cartas Anónimas

Personaje: Kaminari Denki

Advertencia: meh (?

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El rubio sonrió ampliamente cuando en la correspondencia le llegaron varias cartas de sus admiradores, hacía casi ya cuatro  años que había debutado como héroe ya oficial y su fama creció rápidamente entre las mujeres, lo que le causaba aún más gusto.

Regresó de su agencia al departamento que compartía con uno de sus exs compañeros de clase, llamó a unos cuantos, era fin de semana y sólo quería relajarse con la compañía de sus antiguos compañeros; por supuesto que no todos aceptaron su invitación a beber y jugar un rato, pues varios tenían de varios deberes ya como héroes, pero se conformo con los pocos que aceptaron.

Pasaron unas dos horas para que llegaran sus amigos, trayendo de botanas, hielo y refresco para hacer más cómodo el rato,se sentaron al rededor de la mesa, Kaminari los escuchaba conversar desde la cocina mientras sacaba unas cuantas cervezas para sus invitados.

— Estoy exhausto, fue muy pesado el día de hoy — habló Kirishima, aceptó de la cerveza que el rubio le ofreció.

Kaminari tomó asiento frente a Bakugō, dió un sorbo a su cerveza sonriente.

— ¿Ustedes tienen chicas bonitas que los aclamen? — preguntó Mineta haciendo gestos raros con las manos.

Soltaron una carcajada, todos ya tenían su club de fans, a excepción de él. Se notaba su desespero por mujeres lindas que estuvieran tras de él. Kaminari se levantó de la mesa yendo a por las cartas que le había entregado para presumir las a sus amigos.

— ¡Wow! — exclamó Mineta al ver la gran cantidad de cartas que traía.

— Aún así Todoroki nos ganaría a los cuatro juntos, más ahora que anuncio su divorcio de la idol — comentó Kirishima volviendo a beber.

Denki sonrió tomando un sorbo de la cerveza, procedió a abrir una de las cartas, la mayoría de las que recibía era dándoles las gracias por haberlos salvado, o elogiando su físico. Sin embargo cuando empezó a leer aquella carta, le llamó un tanto la atención por la diferente estructura que está tenía. Decidió por volver a guardarla y leerla cuando estuviera en solitario y seguir disfrutando del rato con sus amigos.

[...]

Había transcurrido ya tres semanas cuando volvió a llegarle de otra carta peculiar. Le llamaba la atención de que más bien era alguien que le contaba de su día tras día como si se conocieran; en la anterior carta le había hablado de un restaurante en el que había disfrutado muchísimo su comida, había sido tanto el cómo describió de aquella comida, que días después terminó por ir a ese mismo restaurante con su compañero Mineta y ordenar lo que la chica en la carta había pedido. Teniendo por gran sorpresa que efectivamente, era tan bueno como ella le había descrito.

En esta otra carta, le comentaba el haber asistido a una obra de teatro al que disfruto bastante y saliendo de este haber ido a cenar a tal lugar. No pasó mucho para que Kaminari ese mismo día en la noche asistiera a esa misma obra de teatro y luego cenar, repitiendo los pasos que ella realizó.

Conforme el tiempo fue avanzando, se le hizo costumbre el repetir lo que su admiradora secreta hacía en sus cartas, sentía una enorme curiosidad por conocer de ella, pues lastimosamente, todas sus cartas terminaban siendo anónimas, ninguna oíste evidente de quién podría ser. Y aquello lo entristecía en cierto modo.

— ¿Quién eres? — susurró mientras releyó el montón de cartas que había enviado.

Dejó de leer el resto de cartas que le llegaban, solo leía las que su anónima admiradora le hacía. Comenzó a desearla, sin embargo, también lo mantenía en secreto, no había comentado nada a nadie sobre aquellas cartas anónimas que lo mantenía entretenido en sus ratos libres.

Terminó por ser invitado a un programa en donde aparte de poner a distintos héroes a jugar y cumplir retos para competir entre ellos, los hacían responder ciertas preguntas que según los presentadores eran por parte del público.

— ¿Tiene algún interés romántico en este momento?

Kaminari se quedó en silencio pensando.

— Sí.

El público hizo bastante escándalo, aplaudiendo y gritando por la revelación del héroe. Inclusive los otros participantes se mostraron sorprendidos por lo que había dicho.

— Si estás viendo esto, te veré el siguiente martes en ese restaurante que tanto te gusta — dijo mirando fijamente a la cámara sonriente.

Provocando de aún más revuelo entre el público que seguían gritando por lo sucedido.

Después de tantas cartas, había notado que la joven repetía ese restaurante, entre todo lo que mencionaba, ese restaurante era el elemento más repetitivo en sus cartas, por lo que ello había sido de lo más directo posible pero de igual forma lo suficiente discreto para que el resto que lo haya visto lo entendiera.

[...]

Había pasado cuarenta minutos desde que el héroe había llegado al restaurante sin tener el éxito que imagino, este era ya el cuarto vaso de agua que pedía. Estaba ya por levantarse y dejarlo cuando una chica se paró frente a él con la cabeza baja.

— Perdón — se disculpó con su voz dulce.

Él se levantó rápidamente del asiento mirándola, inspeccionando a la joven. Una chica algo baja, de cabello largo, atado en una media cola, llevaba de un vestido amarillo floreado, era algo delgada, demasiado delgada, una delgadez que llegaba aterrar, y su piel... La joven tenía de vitíligo, lo pudo notar en sus brazos pues aún se mantenía con la cabeza baja.

— Mírame — pidió él.

Ella fue levantando el rostro con lentitud sonriendo de manera forzada, entoces fue cuando notó de la gran cicatriz que cruzaba su mejilla derecha. Se mantuvo en silencio observándola. Entonces notó como sus ojos se cristalizaron.

— Lo siento por no ser alguien atractiva — dijo haciendo una reverencia ante él — Compermiso.

Se giró dispuesta a irse de lugar, entoces Kaminari la tomó del brazo impidiendo su marcha. Ella volteó a verlo realmente sorprendida.

— Mencioné que tenía un interés amoroso en la chica de las cartas anónimas — dijo sonriente.

La joven se sorprendió aún más, abrió sus ojos perpleja. Él la jaló con gentileza hacía él.

— No tengo interés por como luces — mencionó — Quiero conocer a la chica de las cartas anónimas, tengo un enorme interés, que supera el cómo es tu físico.

Ella aún sin asimilarlo del todo sonrió ligeramente aceptando sentarse en la mesa.

— Me llamo Bela.