Capítulo 11: Una última búsqueda.

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—No puede ser Tomlinson —farfulló en voz baja, viendo que el chico no tenía indicios de espabilarse—. Despierta.

No era tan inhumano como para retirar su extremidad y provocar que Louis golpeara su costado. Irónicamente, jamás se causaría ninguna herida grave, porque el chico lo sujetaba con ambas manos manteniéndolas por debajo de la suya, acunándose apropiadamente, y la propia de Harry simplemente era un apoyo para mantener sus ojos cerrados. Pero cualquier pretexto era correcto para no dejar de tocarle.

Su cara se veía pequeña con su mano en ella, quería soltar una risa por la posición de Louis. Parecía un pequeño gatito buscando el tacto de su humano. Con los ojos cerrados, labios entreabiertos y una profunda calma que comenzaba a contagiarle a Harry.

De vez en cuando el chico soltaba pequeños bufidos que se perdían cuando una risa tímida deslumbraba en sus labios. O sus manos toqueteaban involuntariamente para verificar que la de Harry siguiera allí. Una ternura torpe en la que debías mantenerte alejado y en advertencia, antes de perderte ante ella.

Harry no pudo soportar más la carcajada que picaba en su boca cuando el estómago de Louis rugió exigiendo la existencia de alimento. El chico soltó otro pequeño bufido e intentando cambiar de posición, jaló la mano de Harry consigo. Pero él, más inteligente y rápido la retiró sin lastimarlo.

En un veloz movimiento colocó las manos de Louis en su mejilla para que simulara la grande de Harry.

—Profesor Styles —Lo llamaron ocasionando que pegara un salto en su asiento aturdido. Frunció el ceño girando hacia el llamado e hizo una mueca con irritación.

—¿Qué necesita señor Fender?

Sam se rascó la nunca desasosegado y encontró a Louis durmiendo pacíficamente. Sonrió y se mordió el labio enamoradizo; la belleza del chico era inigualable, quien quisiera intentar mirarlo de cerca, simplemente se pondría de rodillas ante la dulzura de Louis.

Harry se dio cuenta del notorio resplandor en su mirada y arqueó una ceja. Sus acciones eran autómatas y ni él, ni Sam podían controlarlas.

—¿Necesita algo señor Fender? —Volvió a cuestionarlo, pero con más seriedad. Algo en la mirada de Sam le molestaba; tal vez era su brillo inusual, o la forma en que idolatraba la manera de dormir de Louis. No lo sabía, pero la crudeza con la que le hablaba era atípica.

Sam salió de su ensoñación y mirando con felicidad a su profesor, le respondió—: Creemos que ya tenemos a la indicada para el personaje de Yocasta. Únicamente faltaría su audición y estaría a completado.

Harry lo miró sin expresión alguna y alzó los hombros tedioso. Ellos deberían a hacerse cargo de sus propios problemas, y finalmente, mostrar su empeño a Harry; era lo único que les pedía.

—¿Es todo?

—Si —evadió la mirada de Harry sintiéndose nervioso—. Será mejor que despierte a Louis para llevarlo a casa. Se muestra cansando.

Se lamentó en el momento en que su voz salió en modo de duda y no como él lo habría deseado. Viendo la expresión de Harry, que no mostraba nada más que aburrimiento, se acercó a Louis, y con cuidado de no mostrarse pesado con su dedo índice trazó su frente, sus pómulos hasta guiarlo a su nariz y mantenerse quieto.

Harry veía la escena con los ojos abiertos y su quijada se cerraba con fuerza. Un prominente hueso sobresalía, lastimando por dentro de su boca sus muelas. Movía las rodillas y decidió mirar el escenario donde sus alumnos trabajaban arduamente. Sonriendo cínico, idóneo un plan para que se marchara.

—Fender, tus compañeros trabajan constantemente, empeñándose en mostrar un excelente trabajo ¿no es así? —Le mostró su cínica sonrisa y mientras Sam asentía, tocó sus labios pensativo—. ¿Entonces por qué sigues aquí?

Mr. Styles [ls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora