Harry estaba sentado en el sillón de cuero ordenando papeleos y algunas pruebas de sus alumnos, que no revisó con anterioridad. Se mostraba intrigado al ver la clase de redacción que cada uno tenía.
Pero también, comenzaba a sentirse agobiado con documentos de problemas externos que no cesaban por más que quisiera terminar.
Sus dedos se movían ágiles con el bolígrafo entre ellos. Revisaba y anotaba los errores, así como los puntos buenos.
Por otra parte, las firmas eran un mundo incesante lleno de estrés y escenas fantasiosas en dónde se vislumbraba acostado en su sillón, mientras veía una película y tomaba un delicioso café. Sin exámenes, tareas, proyectos o informes que revisar. Sólo él, y la comodidad de su hogar.
Gruñó fastidiado, y en un momento de distracción tachó varias preguntas que estaban correctas. Dejó caer el bolígrafo con hastío y jaló la silla hacia un lado, reclinando la cabeza.
Se encargaría de corregir sus errores crueles para después. Al menos, esperaba recordarlo y enmendarlo.
Estaba lo suficientemente agotado para continuar trabajando. Con veinticuatro años de edad, era muy joven para suponer que necesitaba de un empleo para subsistir. Porque la verdad era que, con la gran empresa que su padre poseía como el jerarca mayoritario, no tenía que preocuparse por la ganancia como profesor.
Una deshonra era para su padre el saber que su hijo renegó el cargo como subjefe y en cambio, decidió ser docente para colegios con adolescentes inmaduros.
Pero a Harry no le importó, jamás lo hizo. Únicamente que ahora, al ser el heredero de la empresa tenía que firmar algunas constancias. Nunca fue partidario del tal acción, pero al ser hijo único, algún día debía tomar el peso de la empresa sobre sus hombros.
Cerró los ojos e inspiró profundamente tratando de aminorar su enojo. No querría volver a errar por tener un estado de ánimo poco factible para ser profesional.
Su ceño comenzaba a relajarse y sus párpados empezaban a volverse más pesados, transmitiendo paz en su interior hasta que, el timbre se hizo resonar por todo el departamento.
Gruñó más fuerte y la gran línea entre sus cejas, apareció una vez más. Se paró bruscamente y aventando la silla con su torso fue que salió de su pequeño despacho, caminando hacia la puerta principal.
Abrió con altanería y elevando la barbilla prepotente, miró a la persona que atrevió a interrumpir su sueño.
Pero su mandíbula se tensó a penas observó a la mujer que se encontraba frente a sí. Sus ojos se achicaron con frialdad, y sus pupilas se dilataron con tormento.
Decidió cerrar la puerta en su rostro sin permitirle decir palabra alguna, pero ella, consciente de que Harry haría algo así, fue más rápida y la sostuvo entre su mano.
—No sería muy respetuoso de tu parte, cerrar la puerta delante de una visita. —Ella por igual, mostraba una figura altiva, corrosiva que no permitía la amabilidad de nadie. Su sonrisa demostraba ser manipuladora en vez de ser afable.
—¿Quieres venir a mi departamento y hablarme de respeto? —sus puños se cerraron y giró la cabeza tratando de calmar sus impulsos por correrla de allí.
Ella soltó una risa sarcástica y se adentró al lugar, sin el consentimiento de Harry. Él transcurría a toda clase de cordura para no gritarle, por lo que en un mejor intento, cerró la puerta detrás de sí.
—En realidad no —dijo por fin—. Venía porque necesitamos resolver un problema.
—Le puedes decir a Jensen que no necesito hacer ningún trato con él —la miró calculador—. Ahora, necesito que te vayas de mi departamento. Estoy trabajando.
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Mr. Styles [ls]
FanficHarry es un amargado profesor de Literatura y Louis, su pequeño e inocente alumno. No se permiten adaptaciones.