Epílogo.

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—Hace uno año te prometí unos panqués. —Harry caminó hacia la cocina junto con Louis, después de haberse secado y tomar una ducha caliente—. Así que, cumpliré mi promesa.

Louis rio ligeramente, sintiéndose completamente enamorado y ridículo. Se sentó en la isla de la cocina y tomó entre sus dedos un poco de la mezcla. La probó e hizo una expresión pensativa. Harry se acercó a él, tomándole de su cintura.

—¿Le falta chocolate? —Probó un poco por sí mismo. Louis asintió, moviendo sus pies—. Sí, yo también creo lo mismo, amor.

Louis sonrió al escuchar ese apodo que tanto extrañó durante un año. Se había acostumbrado tanto a él, que le hizo falta en muchas ocasiones.

Se escucharon unos ladridos afuera de la cocina y cuando Béix entró por la puerta del lugar, Louis sonrió con felicidad. Podía agregar al cachorro a otro de los puntos que tanto había extrañado.

El perro se subió, posicionando sus patas frontales en la isla y lamió parte de la mezcla con felicidad. Louis frunció su nariz, totalmente enternecido. No importaba lo que hiciera ese perro; fuese correcto o incorrecto, siempre lo encontraría encantador.

Pero, con Harry fue una cuestión completamente distinta, pues en cuanto se percató de ello, exclamó—: ¡Abajo! —Intentó retirarlo, pero Béix ya se hallaba lamiendo entre los dedos de Louis—. ¡He dicho abajo, no me hagas volver a repetírtelo!

Louis se carcajeó y tomó el hocico del perro entre sus manos; acercó su rostro a él y murmuró—: No le prestes atención a Harry; es un gruñón. Tú puedes comértelo si gustas, bebé.

—No estoy pasando por lo mismo nuevamente —Harry se escuchaba tan indignado que era gracioso. Louis quiso imaginar que el hombre se refería a esa ocasión en su desastre de departamento.

Intentando acercarse al cachorro, Béix le gruñó ligeramente, pero antes, Harry ya mantenía su dedo índice elevado—: Ni siquiera lo pienses, pulgoso. —Para después cargarlo desde sus patas delanteras, llevarlo al final de la cocina y cerrar la puerta con un resoplido. Ladridos resonaron por toda la habitación.

Louis mordió su labio. —Gruñón.

Harry lo tomó de la cintura y le dio un beso en su frente; su nariz, sus pómulos; sus pestañas; sus párpados; su mandíbula. Sus labios. El punto por detrás de su cuello.

—Odio ser yo quien te lo diga, pero no siempre puedes mimarlo. —Sonrió; sus ojos verdes brillando con felicidad—. Comprendo que tú seas un bebé mimado, pero él no. —Lo besó, introduciendo su lengua dentro de su pequeña cavidad, ambiciosamente—. Únicamente tú.

—Mhm. —Asintió, cruzando sus brazos sobre el cuello de Harry. Probablemente, los panqués tendrían que volver a esperar.

Harry ató las manos de Louis a la cabecera de su cama y vendó sus bonitos ojos

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Harry ató las manos de Louis a la cabecera de su cama y vendó sus bonitos ojos. No podía retirar la mirada de tan sublime espectáculo que su precioso chico le ofrecía.

Mr. Styles [ls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora