Capítulo 9: Trayectoria de liberación.

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—¿Alguna otra idea? —lo miró con los ojos inyectados en miedo. Las uñas de sus dedos era unos míseros recuerdos de un extenso cuidado de varios días.

—¿Te parece que tengo otra idea? —Harry preguntó pero con tono punzante que fastidio a Louis.

No importaba si Styles era su profesor o si era varios años más grande que él. Pero no permitiría que le hablara así, al menos, no en esos momentos tan subliminales para su presión cardíaca.

—No fue culpa mía que estemos aquí —le recriminó—. Es más, soy yo quien debería estar molesto contigo.

Mandó a por la borda la poca cordialidad y señal de respeto hacia Harry. No lograría poner sus ideas en orden si continuaba mirándolo como si fuese el niño más inoportuno e irrespetuoso que existiera jamás.

—¿Tú, molesto conmigo? —rió sin gracia. Llevó dos de sus dedos a su boca, y jaló con impetuosidad su labio inferior—. ¿Por qué deberías estar tú precisamente molesto conmigo, Louis?

El chico formuló una grande mueca y resopló enfurecido. Se levantó de la fría metálica e incómoda banca y se acercó a su profesor.

—Mi padre me obligará a irme de casa. —Al verlo más de cerca, podía apreciarse en el rostro de Harry una mancha violeta, con tonos verdosos y rojizos en su ojo izquierdo. Así como un fuerte rasguño en el pómulo—. Y todo porque no controlaste las ganas de golpear a un guardia de seguridad.

—¿Ahora serás tú quien me instruya en cómo deba defenderme? —lo miró tirano. Estaba lo suficientemente cuerdo para saber que erró, pero jamás lo admitiría delante de un niño que solo le miraba con insistente reproche—. Siéntate, Louis. Ha sido suficiente.

—Ha sido suficiente —bufó imitándolo. Se estaba comportando inmadura mente y eso a Harry, en realidad, comenzaba a divertirle. Sólo un poco.

Si se engañaba lo suficiente a sí mismo, diría que, Louis era una persona irritante y de la cual se mantendría lo suficientemente alejado, pero también, su sencillez, su sinceridad e ingenuidad comenzaban a instar un sentimiento cálido en su estómago. Era aterradoramente agradable. Pero eso, nunca lo admitiría abiertamente. Demasiado orgulloso, soberbio y arrogante.

Se quedaron en silencio breves segundos, hasta que Louis no logró reprimir más sus ganas por hablar.

—¿Le duele? —carraspeó incómodo, evitando la mirada de Styles—. Es decir... la herida ¿le duele?

Harry agachó unos segundos la cabeza y sonrió despacio. Muy diminutamente. La inocencia de Louis traspasaba las barreras más poderosas que cualquier humano podría forjar.

—Ya te he dicho que me gustaría que me tutearas —dijo simple—. Pero el dolor de mi rostro, no se compara al de mi torso. Duele como el infierno.

—Yo fui el causante de sus lesiones en el rostro. Lo lamento.

Harry deseó responder ante su disculpa pero segundos después se quejó, lo que conllevó a inclinarse hacia delante, con sus antebrazos cruzados sobre su abdomen. Frunció con total padecimiento su entrecejo e inspiró profundamente para no quejarse con sonido sordo.

Louis quiso acariciar su mejilla y trazar con sus dedos las heridas. Quería que el dolor disminuyera, así como tantas veces él deseó que sus heridas sanaran. El tormento físico de Harry era patente y aunque la molestia de estar encerrados en ese lugar con otras diez personas mirándoles aterradoramente le era completamente ultrajoso, también sabía que, los golpes le estaban doliendo horrorosamente.

—Tranquilo —susurró sin ser duro, ni firme. Subiendo una mano a su cabello y acariciándolo con lentitud. Ladino le mostró una hilera de dientes perfectos. Cálidamente enredó sus dedos en las esponjosas y aterciopeladas hebras del cabello de Harry.

Mr. Styles [ls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora