Capítulo 1: Destino

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Se ayudaba con sus propias manos para atravesar la maleza del bosque, la oscuridad de la noche hacía casi imposible que pudiera ver el camino de su recorrido. Correr era muy difícil sin tropezar de vez en cuando con alguna zona rocosa. La mujer joven que apenas pasaba de los treinta años trataba de no emitir ruidos bruscos porque sabía que estaba siendo acechada. Gritar por ayuda no era una opción, él iba a oírla y estaba tan sumergida en el bosque que nadie podría escuchar sus súplicas o pedidos de auxilio.

Ella estaba sola.

Se detuvo y cayó de rodillas contra el piso, jadeando exhausta y sudando frío con la mayoría de su cuerpo cubierto en tierra y suciedad. No poseía calzado y sus piernas y muñecas estaban marcadas con heridas rojizas debido a que estuvo amarrada por bastante tiempo. Aquellas marcas comenzaban a colocarse de un color morado oscuro, dolían más de lo que había creído.

Entonces, escuchó unas pisadas rompiendo las hojas secas que se regaban por el suelo del bosque. La mujer se arrastró tratando de no gemir del dolor, lloraba asustada y temblaba al borde de colapsar por el pánico y el horror de ser encontrada, pero aún así intentaba no emitir ruidos fuertes. Decidió simplemente esperar, se ocultó detrás de un grueso árbol y se cubrió los labios con ambas manos, casi aguantando la respiración para no ser oída.

Cada segundo se sentía como una eternidad. En su mente, las agujas de un reloj avanzaban al ritmo de un espantoso péndulo. El bosque estaba cubierto por la sombría noche y la tenue luz de la luna estaba iluminando apenas un poco la superficie de la tierra y de las plantas. Existía la esperanza de escapar, lo único que debía hacer era esperar lo suficiente hasta que él no notara su presencia y terminara abandonando esa zona. Pero no bastaba con esperar un par de minutos, debía esperar horas. ¿Por qué? Porque ese sujeto no era un hombre normal.

Continuó esperando al menos dos horas y no escuchó sonidos de pisadas o ninguna clase de respiración cercana. En ese tiempo, tuvo la posibilidad de recuperar el aliento y sus fuerzas. Apartó las manos de su boca con mucha lentitud y secó las lágrimas de sus ojos. Sus heridas eran notorias, sus rodillas estaban sangrando al igual que sus pies. Pero era su oportunidad para salir de ese lugar a pesar de su deplorable estado físico, así que se puso de pie porque no había más tiempo que perder.

Él no era normal, era un monstruo o alguna clase de demonio. Jamás vio unos ojos tan rojizos e intensos y una sonrisa tan tranquila a la hora de asesinar.

Los seres humanos... ¿Podían poseer sentidos tan agudos? ¿Todos eran capaces de leer a la perfección a otros? No, definitivamente nadie poseía esa habilidad tan desarrollada como ese monstruo. Era impresionante, pero...

Se sostuvo la cabeza con ambas manos y abrió sus ojos comenzando a temblar y a largar lágrimas de sus ojos. Recordar el sonido del cuchillo apuñalando la carne, una y otra vez, era espantoso. El trauma generado en su cabeza y los recuerdos de tantas mujeres muriendo a la par de ella, era caótico y enfermizo.

Una mano la sorprendió desde atrás y le cubrió la boca.

El cuerpo de la mujer quedó petrificado y comenzó a gemir del dolor y del miedo al comprender que había sido descubierta. Pero no se movió, no forcejeó ni mucho menos peleó contra él. Había visto a muchas mujeres hacerlo y resistirse, era algo inútil.

Estaba condenada.

El hombre avanzó hacia el cuerpo y soltó su rostro, para luego estamparla contra ese árbol y capturar su garganta con una de sus manos. Esa pobre mujer, desastrosa, deplorable y desnutrida, lloraba en silencio y apreciaba su rostro con un horror indescriptible. Pero al menos era inteligente y sabía que luchar no tenía caso. Él sonrió bajo el brillo de la luz de la luna y aquel resplandor reflejó un manto azulado sobre aquella escena.

Born to Die [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora