Capítulo 29: Anthony

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Cada gota derramada se sintió más real que la anterior. La tibia sensación del agua empapar sus mejillas y la conmoción al escuchar esa tonalidad de voz. Su corazón vibraba y era por su felicidad. No importaba lo irreal del escenario o la luz que desprendía, estaba seguro de que ese era un recuerdo verdadero. Uno que atesoraría por siempre, porque cualquier cosa que le dijera Alastor, era real.

—Tienes una cintura tan pequeña... es como si fuera a desmoronarse al solo tocarla.

El mayor deslizó sus dedos fríos contra su cadera con tanta lentitud y cuidado que lo hizo conmoverse. Anthony abrió ambos ojos azules como si se trataran de los zafiros más puros del mundo de los vivos. Volvió a temblar, siempre tiritaba cuando lo sujetaba de esa forma. Observó sin titubear los ojos oscuros de Alastor, se trataba de una de las tantas noches que compartían juntos desde que empezaron a consentir las acciones del contrario.

El rubio, recostado a su lado, aferró una mano contra su pecho y estrujó la camisa blanca de su hombre. No podía correr su mirada, sus grandes y brillantes ojos se enfocaban en el mayor. Cada palabra que surgía de sus labios se sentía como si fuera sagrada. Era su amante, pero también lo respetaba como a un amigo, lo valoraba como a un hermano y lo atesoraba como a un padre. Nadie podía cambiar esa clase de pensamientos de su mente. Jamás encontró todo eso en otro hombre desde que tenía memoria y tal vez por eso se aferraba con tanta desesperación a Alastor.

¿Él podría comprenderlo? Lo más probable era que la magnitud de ese cariño fuera incompresible hasta para el mismo Dios. Sentía que su amor era reciproco y lo comprobó más de una vez. El conflicto surgía cuando pensaba en la muerte. Y ese era el problema, la incertidumbre de no saber si podrían permanecer juntos después de eso.

—No, en realidad no es así. Eres fuerte.

Anthony se despejó de sus pensamientos y se aferró más fuerte a su pecho con su mano. Alastor le dedicó esa sonrisa preciosa y honesta, quería traspasar todo su mundo con un gesto como ese. Y podía lograrlo, era sencillo. El moreno manipuló la fragilidad de sus caderas con sus dedos, enterró su pulgar en su piel y entrecerró sus ojos oscuros sin dejar de sostener con firmeza el cuerpo ajeno.

El rubio estaba por negarle. Lo observó con algo de amargura, confusión. ¿Por qué seguiría creyendo algo así si podía destrozar todo su mundo y sus barreras con solo una sonrisa? ¿Alastor alguna vez habría pensado en la muerte? Se sintió tan angustiado, tan ridículo y tan lleno de preocupaciones estúpidas. Pero el contrario podía adivinarlo todo... Tenía ese don. Podía leer a las personas. Sus miedos, sus comportamientos. Al principio fue un reto, algo frustrante. No obstante, podía hacerlo en ese instante porque el menor le había confiado los verdaderos colores de su naturaleza.

—Eres muy fuerte, Anthony. Y aunque pareciera que fueras a desaparecer en cualquier momento, brillas con todas sus fuerzas.

Aunque pronunció esas últimas palabras, aunque le sonrió con dulzura y besó sus labios para calmar las agitadas vibras de su ansioso corazón... el rubio volvió a sentirse absolutamente frágil y a su merced. Como si Alastor se tratara de su salvador, pero al mismo tiempo, fuera un arma de doble filo, su perdición silenciosa. Cerró sus ojos y lo abrazó, besó sus labios con toda la ternura que le era posible transmitir. Quería sentirlo, quería que fuera real, cada beso, cada vez que escuchaba como pronunciaba su nombre, la calidez de su piel, su aroma varonil y la fuerza de sus dedos al presionar su piel.

...

Anthony enterró sus uñas contra sus brazos en medio de su ataque de ansiedad y nervios, estos le estaban carcomiendo la mente. Estaba dormitando contra la mesada de la sala, su cuerpo estaba helado y cuando pudo recobrar la consciencia, se sentó precipitadamente en su lugar y observó preocupado a su alrededor. La luz del día se filtraba por la ventana, todo se sentía tan frío y desolador.

Born to Die [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora