Born to Die [ RadioDust ]

Epílogo: White mustang

El verano es para amar y marcharse.

El Mustang recorría cada centímetro de la carretera, marcando una huella de polvo oscuro por el camino y dejando leves rastros de ese humo negro que se filtraba por el tubo de escape. El sonido del motor era algo fuerte, pero desde el interior del vehículo no parecía ser la gran cosa. El clima era templado y de a poco comenzaba a anochecer, el cielo rojizo del infierno se tornaba de color granate oscuro ante la oscuridad nocturna y algunas pequeñas estrellas brillantes cubrían la inmensidad de los pentagramas del infierno que se dibujaban en lo alto.

Angel portaba unos enormes lentes de sol en forma de corazón los cuales poseían un marco rosa brillante, también algunos brazaletes y collares ostentosos. Observó el camino que dejaban atrás desde los espejos retrovisores y desde el asiento del copiloto. Ante ese cálido escenario, sonrió confiado por sus propias decisiones. Parte de su feminidad fue explotada como siempre quiso desde que llegó al infierno y esa era una de las pocas cosas que agradecía de haber descendido: tener la libertad absoluta de expresar sus gustos, cosa que jamás le fue permitida en el mundo de los vivos. En ese momento podía portar cualquier clase de estilo femenino sin ser amenazado o sin miedo de que su horrible familia lo asesinara a balazos.

Estiró sus largas piernas cubiertas con unas brillantes medias de red negras y las cruzó por arriba del compartimiendo del auto, desde el asiento al costado de Alastor, quien conducía. Sus manos inferiores sostuvieron con firmeza a su precioso cerdito de mascota nombrado por él mismo como Fat Nuggets, su único compañero y amigo desde hace años. El pequeño dormía sobre su regazo como un buen chico, porque lo era y solo podía irradiar ternura y pureza.

Acomodó un poco su apretada falda rosada y con sus manos superiores, se encargó de arreglarse un poco el abultado pecho por debajo del top negro cubierto de glitter que dejaba la mayoría de su piel blanca descubierta. Finalmente, recostó su cabeza por el lado de la ventana de cristal, la cual estaba semiabierta, y luego se llevó parte de su cigarrillo encendido a los labios para segundos después, exhalar humo rojo hacia el exterior del auto. La araña observó de reojo a Alastor, quien conducía el vehículo con su gran sonrisa acostumbrada.

—Oh, señor demonio de la radio. Valentino es un daddy súper fuerte, será más difícil de lo que piensas. Creo que te lo he advertido más de mil veces, querido. No sería inteligente subestimarlo.

Decidió iniciar parte de la conversación. Poco a poco, el cigarro se terminó por consumir entre sus labios. Angel arrojó los restos por la ventanilla y luego sacó un inocente dulce de su bolsillo. Se llevó la pequeña paleta con sabor a cereza hacia los labios y comenzó a deleitarse con el caramelo. Estaba relajado y por primera vez en años, no tenía miedo de confiar en alguien. 

Alastor le daba mucha tranquilidad. De a poco se estaban poniendo al día, aunque eso no significaba que no se preocupara por él. Y sabía que era un overlord, uno de los más fuertes por todo lo que le había relatado. Aún así, era imposible no tener ciertas preocupaciones. Odiaba la idea de que Valentino le hiciera daño por su culpa. La araña torció una mueca de disgusto porque en serio odiaba pensar que las cosas podrían volver a tornarse difíciles para ellos dos y su nuevo y prometedor destino juntos.

Arruinarlo luego de tanto tiempo sería una enorme ironía.

—He conocido a muchos demonios verdaderamente fuertes en estas décadas... Y él no es uno de ellos.

Alastor apretó el volante entre sus manos, la carretera era larga y el anochecer estaba acechando el camino. El clima era templado, similar a las noches de clima veraniego que experimentaban los humanos. Logró soltar el volante con una mano, para desabrochar un par de botones de su camisa roja y sentir el aire fresco que provenía de las ventanas abiertas recorrer su piel caliente. Portaba un abrigo ligero, aunque estaba seguro que tendría que quitárselo en la próxima parada debido al calor.