-Sí, Kira. Formo parte de tu pasado, de tu presente y espero que también de tu futuro.
-Vale.-Dice sonriendo.
-¿No te molesta que no te lo hubiese dicho?
-No. Supongo que es lo normal. Además, creo que lo sabía desde el momento que te vi por primera vez. -¿Y no quieres que te diga nada... Del pasado?
-No. Quiero saberlo por mí misma, recordarlo, volverlo a vivir...
-Cada día me impresionas más, Kira.
Y es la verdad. Cada día que pasa es distinta. Y todos los días aprendo nuevas facetas de ella.
Llegamos a el instituto ya con conversaciones más... "Normales". Me acompaña a la puerta de mi clase y allí nos despedimos.
-¿En el recreo estarás?
-Sí, en el patio. Estaré en el árbol que da a la cristalera de la cafetería.
-Vale. Te encontraré.-Digo sonriendo. Me tiende la mano para que le choque, pero antes de que la aparte la agarra y la aprieta. Empiezo a reír, exigiéndole que me devuelva la mano. Entonces, como mi ángel de la guarda, suena la campana, obligándole a soltarme para irse a su aula.
Entro en mi clase y encuentro mesas de dos en dos. ¿Con quién me pongo? Entonces veo a Steisy llamándome desde su mesa, y decido quedarme con ella.
-¡Kira! ¿Qué tal?
-¿Bien, tú? Se te ve más animada.
-Sí, creo que ayer estaba de bajón. Lo siento por irme de esa forma.
-No pasa nada.- Digo sonriente. Ahora entiendo por qué la tenía entre mis amistades.
-Bueno, ¿y qué te parecen los chicos? Mira, ese de allí, el de camisa azul oscuro y pantalones claros se llama Luis. ¿No te parece monísimo? Y el que está a su lado se llama Adrián. Tampoco está nada mal...-Steisy continua hablando pero yo ya he dejado de prestar atención.
Por la puerta entra un chico alto con aspecto... Intimidante. Sí, esa sería la palabra. Intimidante. Viste con una chaqueta de cuero negra, lleva el casco en su brazo y los pantalones le caen perfectos por su cadera, ya que los lleva ligeramente bajados. Su pelo echado hacia el lado izquierdo, corto y castaño le enmarca la cara. Sus facciones son angulosas y sus ojos azules parecen fríos, sin alma. Es tremendamente guapo y... Bueno que eso, que me es muy interesante.
-¿Kira? ¿Estás en este planeta?
-Sí, sí... Oye, ¿quién es...?-digo susurrando hasta que oigo una voz detrás de mí.
-Ey, según la profesora tu asiento está ahí detrás conmigo... ¿Kira?-Me quedo embobada mirándole. Al menos no estoy boquiabierta. Él empieza a mirarme pícaro, riéndose de mí.
Me levanto y giro la cabeza hacia Steisy. Me mira estupefacta. Entonces, vuelvo la cabeza y le veo a él mirándome fijamente. Apenas hay espacio entre ambos, así que me giro hacia nuestro pupitre. Entonces él me pone una mano en la cadera llevándome al asiento. Miles de calambres inundan esa zona. Le aparto la mano y me siento en mi parte de mesa.
Siento como me observa durante toda la clase. Pero me aguanto las ganas de mirarle. Hasta que en el cambio de clase estallo.
-Oye, no sé ni como te llamas, así que ¿podrías dejar de mirarme todo el maldito rato, por favor?
Aunque lo hubiese dicho con voz amenazante, mi actitud valiente y apática se ve afectada por la tremenda sonrisa que le sale antes de empezar a reírse de mí. Empiezo a sentirme ridícula. Cuando consigue dejar de reírse, me mira divertido.
-Me llamo Ignacio. Nacho para todo el mundo. Pero llámame como prefieras.
Por orgullo, hago caso omiso de sus palabras. No le voy a dar la satisfacción de escucharle.
-Quizá deberías tener en cuenta que a las demás les prohíbo llamarme por mi nombre...-Me susurra al oído, acariciando con su nariz mi mejilla. Siento como mi mejilla se sonroja y como mi cuerpo se tensa.
Entonces le miro de reojo y veo su sonrisa de satisfacción al haberme incomodado. Lo ha vuelto a conseguir. Pasa otra hora de clase antes de que suene el timbre. Recojo mis cosas, pero antes de cruzar por la puerta Ig... Nacho me coge la mano y me hace girar.
-Que pases un buen día, Kira.- Dice sonriente (riéndose de mí, como siempre). Dicho esto, me acaricia la mano y sale del aula; dejándome estupefacta, sorprendida y tremendamente colada por él.
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Pero, ¿cuál es tu historia?
Teen FictionEsta, es una historia para recordar. Quizá como todas las adolescencias. Pero puede que esta sea un poco más complicada. ¿Para qué escribo? Para desahogarme. Para dejar fluir todo lo que llevo guardándome tanto tiempo dentro. Así que, cuando me pre...